¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

jueves, 30 de abril de 2015

Rincones y balcones

Estoy un poco dispersa últimamente. Bueno, en realidad es más de lo mismo. Tiempo escaso conjugado con ánimo variable más la ausencia de los hados propiciatorios y la fuga de las musas con los hados me dejan chapoteando en los márgenes del blog mientras pasan los días sin que salga nada debidamente armado. Pasó el día del libro sin que por aquí apareciera ninguno, las ideas no consiguieron materializarse en nada concreto. Se nos acaba al mes, la casa sin barrer y yo con estos pelos. ¡Algo habrá que hacer! Como ya he hecho en alguna otra ocasión en el que las palabras me esquivan he decidido recurrir a las imágenes, mucho más dóciles y fáciles de tratar y que, además de contarnos sus historias, nos alegran la vista.

Aunque sean un recurso muy manido, o precisamente porque lo son, creo que no hay mejor forma de despedir abril y recibir el mes de mayo que con flores.
Rincones y balcones floridos que con su luz y sus colores darán un poco de vida al salón del café que tengo un poco polvoriento y desvaído. De paso aprovechamos que ya nos tocaba, para hacer un pequeño viaje por unos pueblos preciosos que os animo, como siempre, a conocer.

Hoy, que no estoy yo para mucha literatura, os cuento directamente que os llevo a Cantabria. Sí, otra vez al norte, qué le vamos a hacer, la cabra tira al monte y yo con ella, siempre p’arriba. Pero esta vez no vamos a ver el mar, nos quedamos en el interior. En sus valles, entre sus montañas, en sus pueblos. Piedra y madera, balcones y galerías llenas de flores. Un puñado de rincones en un puñado de pueblos. Una muestra muy pequeña para incitaros a querer abrir el objetivo y mirar más allá todo lo que los rodea. 

¿Os animáis? 









Rincones así se pueden encontrar casi en cualquier pueblo de Cantabria, pero estos están repartidos entre Bárcena Mayor, Carmona, Mogrovejo y Potes. ¿No os quedáis con ganas de doblar la esquina y seguir callejeando?

¡¡Feliz fin de semana largo!!



viernes, 17 de abril de 2015

Esta vez le tocaba a él decidir

   Salió de la consulta del médico con la vista perdida y un sobre debajo del brazo. Sin saber bien cómo, se encontró en la calle. Durante un segundo miró desconcertado a izquierda y derecha y tras unos instantes de vacilación echó a andar hacia la izquierda con un encogimiento de hombros. ¡Qué más da! pensó. Si la muy cabrona está esperándote a la vuelta de cualquier esquina para ponerte la zancadilla y sigue esperando a que te levantes para volver a tumbarte. Será posible…

   Toda la vida intentando escapar y toda la vida volviendo sin conseguirlo. Frustrado y rabioso siente como las lágrimas ardientes le corren por la cara sin poder controlarlas. Camina sin ver mientras su cabeza se convierte en un hervidero en el que se agolpan y chocan unas ideas con otras, confusas y revueltas. Y entre esa maraña donde se dan cita al mismo tiempo, amontonándose y superponiéndose, formando un caótico amasijo de emociones, hay una que consigue abrirse paso sobre la incomprensión o la tristeza sin que él se lo proponga y unas palabras se escapan de entre sus labios apretados concentrando toda la mala hostia que en ese momento le corre por las venas: ¡Qué hija de puta!

   Siempre intentando sacudirme una vida que no me ajusta, agotando las fuerzas y las ilusiones en el intento. Tantas mañanas, joder, agarrándome los hombros, obligándome a mirarla de frente, sin opción de replica. Avisándome. Enseñándome la soga que me ata a las obligaciones, a las deudas, a los afectos. Esperando...

   Esperando el tiempo de poder elegir, de poder decidir. De abrir la puerta y salir dando un portazo sin volver la cabeza. Lo malo era encontrar la ventana abierta de cuando en cuando. Imposible resistirse. Antes de darme cuenta, ya estaba otra vez probando a volar, sabiendo de antemano que cada escapada llevaba impresa la fecha de caducidad. Sabiendo que otra vida era posible, pero siempre demasiado lejos. Eso era lo peor de todo. Resignarse.

   Tantos años aguantando, joder, esperando. Con las ilusiones gastadas, con las piernas cansadas de caminar, con los ojos agotados de mirar… y ahora que creía tenerla al alcance de la mano… se me vuelve a escapar.
¡Qué hija de puta la vida!


   Se paró de golpe. No. Esta vez no. No pensaba pasar por ahí. Cogió el sobre con los resultados de las pruebas que le decían dónde exactamente había decidido la cabrona que iba a ponerle el punto final, se acercó hasta la papelera más cercana y lo tiró con rabia. Con paso decidido, sin mirar ni a derecha ni a izquierda, cruzó la avenida. Esta vez no. Esta vez le tocaba a él decidir.

domingo, 12 de abril de 2015

Pequeño gran amigo



 Pequeña bola blanca, peluda y suave.
¿Cómo puede algo tan pequeño ocupar un lugar tan grande en nuestras vidas?
Raudo ha pasado tu tiempo con nosotros.

Tan breve tu tiempo. Pero que profunda su huella.
Qué fácil quererte aún sin compartir cada día.
Qué duro trago saber que ya no estarás ahí otro día más.

Nunca sospeché que esta única dentellada que nos das con tu marcha fuera a doler así.
Renuncio a ponerme en el lugar de los que han compartido el hogar contigo.

¿Quién acudirá a recibirme con tanto alborozo de brincos y lengüetazos en mi próxima visita?

Pequeño duende ladrador. 
¡Qué vacío dejas!