¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Ya está aquí... la navidad

¡¡Ya está aquiiiiii!!!


Dos semanas intensas, que para consuelo de los no entusiastas, pasarán pronto y para alegría de los que disfrutan de ellas llegan con la exquisita puntualidad que marca el calendario desde hace casi 2000 años.

Una engrasada maquinaria cuya fuerza de arrastre empieza con semanas de antelación. Para cuando estas letras vean la luz me encontraré en el epicentro de la tormenta navideña, seguramente luchando por salir sin demasiados daños del primer asalto y tomando aire para los siguientes. No voy a estar en condiciones de pasar por aquí a tomarme un café tranquilo con vosotros y también necesitaré algún día para intentar recuperarme del maratón fiestero, así que os dejo mi felicitación y me retiro unos días de los quehaceres blogueros.

Para los que disfrutáis de ellas, para los que las soportáis con resignación, para los que preferiríais saltarlas con pértiga y aterrizar en el 8 de enero...


Mis mejores deseos para todos,
en la despedida y en el año venidero. 


sábado, 20 de diciembre de 2014

Despidiendo el otoño


 Piensas otoño y piensas en bosques, piensas en tono dorado y se inunda la nariz del intenso olor de la tierra húmeda y oscura y aligeramos el paso llevados por la misma brisa fresca que en poco tiempo hará bailar a las hojas caídas. Podemos cerrar los ojos, decir otoño y pensar que ese bosque se abre ante nosotros, podemos durante un rato, pero lo cierto es que no dejará de ser un ensueño, pocos tenemos la suerte de contar con un bosque en la puerta de casa. Una gran mayoría, entre la que me encuentro, sólo podemos aspirar a un otoño urbano, atrapado entre el asfalto y los coches. 

   Ese es mi otoño y este otoño que oficialmente acabará en la madrugada del próximo lunes, es el que os traigo hoy para despedirnos de él.


    A lo largo de estos dos o tres meses he intentado, literalmente, atraparlo al vuelo, sobre la marcha, camino del trabajo, de vuelta de él, mientras iba a comprar o a dar un paseo. Si hacemos un esfuerzo, quizá deba ser un gran esfuerzo y no baste uno pequeñito, pero si estamos dispuestos a hacerlo, entonces es posible que lleguemos a encontrarle una pizca de encanto a este otoño urbano. O tal vez no sea del todo propio hablar de encanto en este caso, porque lo que a veces he buscado o intentado y otras ha resultado en un azar imprevisible, es la  imagen un tanto deforme y surrealista del otoño en la ciudad. Un otoño en vertical, un otoño reflejado, un otoño arrastrado y aplastado, y a veces, casi sin esperarlo, un destello de luz, un rincón sorprendido.

   Acera y calzada, ladrillo, cemento y cristal, coches, autobuses y motos, rodando o aparcados, pedacitos de tierra y verde en parterres y filas de árboles que como soldados disciplinados se alinean bordeando las calles. Acacias y plátanos principalmente que se alzan buscando el cielo entre altos edificios sin espacio para desparramarse a sus anchas. Son casi los únicos que nos ofrecen este simulacro de otoño y muchas veces ni siquiera reparamos en ellos enfrascados en  nuestros pensamientos, caminando deprisa, esperando impacientes en los semáforos… ¿Dónde nos aguarda el otoño en esos momentos? 

   Os propongo un pequeño esfuerzo para que lo descubráis en estas fotos en las que he intentado atraparlo al paso. El reflejo del otoño que se queda enganchado en las cristaleras de los modernos rascacielos, en los escaparates, camuflado entre los anuncios del mobiliario urbano, en los retrovisores de las motos y los parabrisas de los coches. En días suaves y claros deslumbrándonos en la quieta superficie de una fuente y en los siseantes días de lluvia, brillando en las chorreantes hojas.
  
Hojas caídas que van punteando el otoño en las aceras, amontonadas en los rincones, bailando al son de los coches que pasan veloces por la calzada, aplastadas y pisoteadas por cientos de apresurados pies, naufragando en fangosos charcos que a veces sin darnos cuenta nos hacen un guiño especial.


   No era mi intención buscarle la mejor pose a este otoño de ciudad, si no tomarlo desprevenido, mostrarlo en el ajetreo de las calles comerciales, en las prisas por llegar al trabajo. Así ha salido muchas veces un otoño movido, desenfocado, en ángulos extraños, llevado por el azar de la cámara del móvil disparada de cualquier forma. Muchos disparos fallidos y borrados, pero también muchos azares venturosos. A veces se ha hecho imprescindible parar y, a riego de ser tomada por loca de remate, encuadrar y disparar, incluso debajo del paraguas, haciendo equilibrios con el móvil, menos mal que en estos tiempos la gente fotografía hasta lo más absurdo sin despeinarse. El vídeo que os dejo hoy es vivo ejemplo de ello, sin duda alguna.

  Aunque, climatológicamente, ya nos hayamos metido en el invierno, aprovechemos para echarle un último vistazo al otoño y despedirnos de él, incluso tratándose de un otoño de ciudad, envuelto en grises y cristal, acabaremos pensando en tonos rojos y dorados. Espero que la música de Ed Sheeran lo hago más agradable. 

¡¡Haced la prueba y ya me contaréis!!





viernes, 12 de diciembre de 2014

Mucho más grave de Mario Benedetti

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo.
Sin embargo hay algo que quisiera aclararte,
cuando digo todas las parcelas,
no me refiero solo a esto de ahora,
a esto de esperarte y aleluya encontrarte,
y carajo perderte,
y volverte a encontrar,
y ojalá nada más.
No me refiero a que de pronto digas, voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta, bueno llorá.
Y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizás por eso salga enseguida el sol.
Ni me refiero a solo a que día tras día,
aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades,
o que yo pueda o creerme que puedo convertir mis reveses en victorias,
o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación.

No.
La cosa es muchísimo más grave.

Cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo,
también estas reescribiendo mi infancia,
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran,
y vos en cambio sabés que eso no sirve.
Quiero decir que estás rearmando mi adolescencia,
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos,
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo,
mi germen de alegría y regarlo mirándolo.
Quiero decir que estás sacudiendo mi juventud,
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos,
esa sombra que nadie arrimó a su sombra,
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas,
y quede la armazón de mi verdad sin proezas.
Quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia,
este extraño confín de angustia y nieve,
esta bujía que ilumina la muerte,
este precipicio de la pobre vida.
Como ves es más grave,
Muchísimo más grave,
Porque con estas y con otras palabras,
quiero decir que no sos tan solo,
la querida muchacha que sos,
sino también las espléndidas o cautelosas mujeres
que quise o quiero.



Si tenéis un rato, no os perdáis el vídeo, merece la pena escucharla recitada por el propio poeta y acompañada por la música de Alfonso Maya.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Reconversión

   Ya creíais que se me había olvidado o que me había arrepentido ¿verdad? Pues no. Tentada he estado, pero prometí hablar de mi afición a la reconversión y lo prometido es deuda.

   Quería yo dejar patente los patinazos de mis neuronas con la dichosa palabrita y temo haber generado una curiosidad que ahora no se vea correspondida con la vulgar realidad. Vaya por delante que si defraudo vuestras expectativas la culpa es sólo de la neurona que estaba de guardia ese día. Hecha esta necesaria aclaración y tras someter el tema a debate entre todas mi neuronas activas en este momento (pocas, la verdad, que voy dejando una parte en barbecho para que descansen y se revitalicen) la conclusión es que a pesar de que en este contexto suena un poco estrambótica la palabra, es la que mejor calza con lo que quiero contaros. Aún así y para no correr el riesgo de patinar de verdad he recurrido a la fuente más fiable, el diccionario de la Real Academia Española  que dice así:


RECONVERSIÓN

1. f. Acción y efecto de volver a convertir o transformar.
2. f. Proceso técnico de modernización de industrias. U. t. en sent. fig.

   Quizá establecemos una primera asociación del término con su segunda acepción, pero la primera ampara completamente mi elección. Podría haber utilizado otros términos que cobijasen mis tejemanejes, como reciclaje o trabajos manuales. Pero creo que aunque tienen mucho en común y dentro de esta etiqueta genérica de aficiones (si continúo adelante con ella) posiblemente también dedique alguna entrada a otros trabajillos que caen más en la órbita de esas definiciones, hoy quería empezar por esta específica de la reconversión.

   Porque de eso se trata mayoritariamente, de tomar objetos que han dejado de ser útiles en su primer cometido y transformarlos en otros, dándoles una nueva utilidad. A veces, muchas, el cambio es meramente estético, en otras puede resultar más radical y también puede tratarse de tomar distintas partes o piezas que desgajadas de su anterior ubicación sirvan para obtener un objeto nuevo que nada tiene que ver con su primera función. Es decir, reconvertir o transformar unos objetos creados con un fin para el que ya no sirven en otros con fines distintos.  

   Seguro que si os cuento casos prácticos los entendéis mejor. Veamos, si tomamos un portarretrato o el marco de un cuadro que ha dejado de gustarnos o que hemos heredado y no queremos deshacernos de él pero no nos gusta tal como está y lo pintamos a nuestro gusto para seguir usándolo con el mismo fin, eso es reciclar. Sin embargo, si vamos a una tienda y compramos un marco nuevo de madera sin tratar y lo apañamos a nuestro gusto con unas pinturas, unos pinceles y algún otro detallito, entramos de lleno en los trabajos manuales. Por otro lado, si tomamos un tarro de lecitina de soja (por decir algo) de aluminio o similar y en vez de reciclarlo sin más para guardar los garbanzos le hacemos un apañito y cuando lo tenemos guapo lo usamos para tener controlados los mandos de la tele o las cucharas de madera en la cocina entonces lo estamos “reconvirtiendo” en un objeto distinto con una nueva utilidad.

   Hay muchos objetos que sin estar rotos han dejado de sernos útiles como tales, como unas estanterías que acaban apartadas porque el niño se ha hecho grande y requiere otra habitación, o una camisa a la que se le han gastado los puños o los codos y no está en condiciones de llevar a ningún sitio para reutilizarla, pero los botones, ¿qué me decís de los botones? Yo antes de tirar una prenda a la basura se los quito y los guardo porque seguro que un día me vienen bien para reemplazar a otros. Cortinas, colchas o pantalones, nunca se sabe cómo o cuándo pueden tener una segunda vida útil, transformados en fundas de cojín, cabecero de cama, bolso o pantalla de lámpara. Cajas de cartón, porexpan de relleno, un recorte o listón de madera, cuerdas, cintas y cables, cinturones, cualquier pieza con un viso de utilidad posterior como tiradores o ruedas… Seguro que muchos de vosotros también tenéis unos cuantos trastillos de lo más variopinto guardados… por si acaso.

   Bueno, pues a mí, aparte de la utilidad práctica que puedan tener algunas piezas de recambio, me gusta reconvertir objetos viejos o que han perdido su utilidad original y darles un nuevo uso, aunque sea meramente decorativo. Como esta idea de traerlos al blog surgió con el patinazo de una neurona, me he encontrado con que no me va a resultar tan fácil mostraros buenos ejemplos de mis tareas, ya que no tenía por costumbre dejar documento gráfico del proceso o del resultado y en muchos casos no tengo fácil fotografiarlos ahora. Pero como yo solita me he metido en el lío, algo tengo que ofreceros como ejemplo de que no me estoy marcando un farol.

   Dadas las circunstancias le ha tocado abrir el desfile a una botella de whisky, que es lo que más a mano tenía para la ocasión (y no quiero mal pensados) Además es fácil encontrar en internet una imagen de la botella original para que podáis apreciar la reconversión que ha padecido.

   Una vez disfrutado su contenido podemos sencillamente tirar el "casco" al contenedor verde, pero yo no podía dejar de pensar que esas curvas tan atractivas merecían mejor destino, que algo se podría hacer con ellas para darles nueva vida. Arrumbada en un rincón se quedó acumulando polvo durante casi dos años antes de que primero decidiera qué hacer con ella y después encontrara el momento para llevar a cabo la idea. En esto, como con las lecturas, mi lista de espera es casi tan desastrosa como la de la Seguridad Social. 

   Y este fue el resultado: Botella de whisky convertida en objeto decorativo. ¿Os gusta?







   Pues sólo se trataba de esto. Como veis nada extraordinario y que seguro que muchos practicáis de forma habitual sin tanto nombre pomposo. 

¡Espero no haber defraudado demasiado vuestra curiosidad!

domingo, 30 de noviembre de 2014

Bulnes (Asturias)

¡¡Tenemos ganador!!

Por acertar de lleno en la diana se lleva la mención honorífica...

Efectivamente, el Pico es el Urriellu o Naranjo de Bulnes, y el pueblín es la parroquia de Bulnes del concejo asturiano de Cabrales, en el corazón de los Picos de Europa. Pequeño nucleo de menos de 50 habitantes al que hasta el año 2001 en el que se inauguró el funicular que atraviesa la Peña Maín, sólo se podía acceder a pie por un sendero no apto para todos los públicos.
Arriba a la derecha, la senda del Cares, abajo el río Cares y dos personas atravesando el puente de La Jaya, el camino a Bulnes continúa a la izquierda del puente


Desde Poncebos, recién iniciada la más famosa Ruta del Cares, sale la senda a la izquierda. Cruzando el río por el antiguo y bonito puente de La Jaya, se toma el camino que atraviesa la Canal del Tejo. No es una senda larga pero sí con fuertes desniveles. 
El camino visto desde Bulnes, el río Tejo discurre por el fondo


Ahora el funicular, cuya estación inferior también está en Poncebos, lo ha puesto al alcance de todos y ya no hay excusa para no subir a verlo. Esta foto es de la boca superior, ya en Bulnes

Como habéis visto en las fotos, el pueblo se ve enseguida porque es muy pequeño. Puede tomar un poco más de tiempo subir al barrio del Castillo y recomiendo que se haga. En Bulnes de abajo o La Villa se concentran las tiendas de souvenirs y los restaurantes. 

Desde aquí parte otra senda que lleva a la Vega del Urriellu. Yo no la hice, apenas hicimos una pequeña parte del camino, porque no lo teníamos previsto y nos paramos a comer en el pueblo. La fabada era estupenda para el paladar pero contraindicada para emprender un duro camino de montaña en pleno verano. Os recomiendo de todas formas que antes de la fabada hagáis un trecho, lo justo para poder atisbar el Picu Urriellu, merece la pena, así como la vista de Bulnes desde arriba. 

Para acabar quiero hacer mención de los otros avispados viajeros que más se han aproximado al objetivo: Trimbolera y Juan que acertaron que se trataba de la zona de Cabrales y Toro salvaje por deducir que el pico era el Naranjo de Bulnes

Puente de La Jaya sobre el río Cares
Gracias a todos por animaros a participar y a acompañarme en estas escapadas. Vuestra participación las hace mucho más interesantes.


viernes, 28 de noviembre de 2014

Viernes de viaje -XIII- Pueblos con encanto, 2

Ahora que como nos descuidemos un poco se nos cae la noche encima con el café de la sobremesa en las manos, con el otoño recorriendo el final de su camino y los cielos plomizos pegados al cristal de la ventana es el momento perfecto para escaparnos.
Dad un sorbito al café o a la "infu" y mientras lo saboreáis cerrad los ojos un momento y acomodad la mente al viaje. Contamos lentamente uno dos y tres  Ya estamos de viaje. ¡¡Abrid los ojos, que os lo perdéis!!

Una aldea perdida en la montaña. Ningún coche podrá llevarnos hasta ella. 




Hasta hace poco sólo con estas podía llegarse, a través de la senda que se aprecia allá abajo en esta foto.


Tranquilos, ahora ya no es necesario sudar la camiseta para llegar, aunque siguen siendo convenientes la botas.

Dividido en dos núcleos, el barrio de arriba o del Castillo, en el que no hay castillo, apenas un puñado de casas y al que mucha gente no llega a acercarse por no subir el repecho, pero si has llegado hasta aquí no te vayas sin verlo.





Abajo La villa, con su iglesia y su burro, su río y su puente. Su bar, su terraza, su restaurante como llegues en lo mejor del verano no encontrarás un hueco. 




































El pueblo se acaba pronto, las montañas no.

Un camino que de aquí sale nos adentra en ella y nos acerca a un pico famoso por su color, aunque me temo que yo no he conseguido verlo en su mejor hora. 

Aún así y en la distancia, impresiona.


Impresiona el verde que nos rodea, el cielo tan azul y tan cerca, la insignificancia de las casas en medio de esta naturaleza virgen. 


Y sin embargo los hombres han aprendido a convivir con ella, a entenderse y respetarse, aunque ahora no sean más que un puñado de vecinos los que resisten en estas duras condiciones todo el año.

Si os fijáis en esta foto, tras trepar un poco por la montaña, además de encontrarnos con el famoso Pico, podremos ver una perspectiva de los dos núcleos del pueblo, el de abajo y el de arriba y apreciar la maravilla de su entorno.

¡Qué tarde se nos ha hecho! Por favor no os vayáis sin decirme si lo conocéis, o sin intentarlo al menos. Ya se que hoy no es tan fácil como la última vez, pero seguro que aunque no acertéis en el centro de la diana conseguís una buena aproximación. En todo caso, espero que os haya gustado el viaje y si es necesario vuelvo el domingo y os cuento los detalles.

¡Gracias por acompañarme viajeros incansables!

martes, 25 de noviembre de 2014

Lágrimas sobre Gibraltar, de Carlos Díaz Domínguez

   Acabo de terminar una de espías. Dicho esto uno piensa enseguida en una de acción y
aventuras ¿verdad? Pues así es. Una lectura ágil, basada en la acción de sus personajes, que mantenga la tensión y nuestra atención prendida en cada una de sus páginas hasta llegar a un desenlace imprevisible.

   Se trata de Lágrimas sobre Gibraltar de Carlos Díaz Domínguez, y cumple todas las premisas anteriores excepto la del final, aunque en este caso eso sólo sirve para no dejar de preguntarte en todo momento por la forma en que el autor hará coincidir la ficción con la Historia conocida por todos. 

La novela empieza cuando un día de enero de 1969 Franco tiene la genial idea de conseguir la soberanía sobre la totalidad del territorio peninsular invadiendo el Peñón de Gibraltar, ya que el Reino Unido no parece tener muchas intenciones de acatar la Resolución 2.429 de la ONU que marca el 1 de Octubre de 1969 como fecha límite para que se retiren del territorio. A partir de aquí nos encontramos con una aprendiz de espía española, captada por el incipiente Seced, los servicios de inteligencia españoles recién creados por el vicepresidente Carrero Blanco, y con un veterano espía ingles del aún más veterano y prestigioso MI6 conocido en todo el mundo gracias, entre otros, al incombustible agente 007.

   Pasamos a lo largo de la aventura del lado español al lado británico. En el primer caso la
acción se centra en la gestación de la idea y su desarrollo a lo largo de varios meses en las figuras políticas y militares encargadas de ello. Del lado británico nos situamos por un lado en Gibraltar, donde conocemos bastante bien como se vive y funciona la colonia. La convivencia y la relaciones entre sus habitantes y los españoles que pasan cada día a trabajar parece satisfactoria para ambos lados. Allí se van a instalar Michael Murray, espía de origen británico al servicio del Seced e Isabel Vioque, la espía española que ni siquiera es consciente de serlo y sólo sabe que debe hacerse pasar por la esposa de Michael. Finalmente en Málaga tenemos a Thomas Best, el experimentado jefe de la sección del MI6 encargado de la región sur en España y que con su buen olfato y perseverancia, rozando la testarudez, será la pieza clave, junto a Isabel, para que la guerra que se está gestando no acabe en tal.

   Hasta aquí los elementos básicos de la historia. Su desarrollo está bien logrado con una narración directa y efectiva y unos personajes perfilados con los trazos justos y precisos para dotarlos de una personalidad bastante clara, incluso en los secundarios. Suficiente en una novela en la que prevalece la acción. Me ha gustado además, encontrarme a Franco y Carrero como personajes de la novela. Creo que es la primera vez que me los encuentro participando como tales y no como meras figuras de referencia y me parece que Carlos Díaz Domínguez ha conseguido que todas las escenas en las que participan resulten no sólo creíbles sino francamente probables. La novela cumple con el cometido de entretener y aunque en este caso sabes que la invasión finalmente no va a producirse, mantiene el interés por averiguar cómo la intervención de los espías conseguirá parar in extremis la operación militar que parece inevitable.


   Sin tratarse de una novela que en conjunto vaya a destacarse de la media, sí quiero señalar que me ha resultado muy interesante conocer un poco más de cerca el territorio de Gibraltar y la forma de vida dentro de la colonia, así como las relaciones de entonces, entre ésta y los habitantes de los pueblos limítrofes. Es patente a lo largo de toda la novela la importante labor de documentación del autor. También ha llamado mi atención el contraste entre el nivel de desarrollo y la estructura de los servicios de inteligencia de ambos países en esa época. Supongo que a estas alturas los espías españoles del CNI harían mucho mejor papel frente a los de cualquier otra organización de inteligencia. 


   Esta novela llevaba más de un año esperando con paciencia su turno y las favorables reseñas sobre la última novela del autor, A los ocho en el Novelty han sido las que le han dado el empujón definitivo. No me parecía bien saltar al último directamente porque la verdad es que la historia sobre Gibraltar me parecía interesante y me apetecía conocer al autor en esta obra anterior. Ahora tengo más claro qué puedo esperar de él y se reafirma mi deseo de leer su última novela. Eso sí, puede que tarde un poquito porque después de leer muchas opiniones sobre un libro prefiero dejarlo reposar y ponerme con él cuando sólo que me queda una impresión más o menos vaga de ellas.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Y usted, ¿a qué dedica el tiempo libre?

Ya lo preguntaba hace unos cuantos años José Luis Perales desesperado por saber quien era él. Porque sin duda la respuesta a esa pregunta puede decirnos mucho sobre la persona en cuestión, yo diría que tanto o más que saber con quien andas.

La afición a un deporte u otro, a ir de compras o hablar por teléfono, el tipo de cine y de televisión que nos gusta, la música que escuchamos, los sellos, los puzzles, el ganchillo, la fotografía, la cocina, el dibujo, la pintura… dan pistas sobre si somos creativos o con tendencia al orden, activos o sedentarios o si nos gusta más estar rodeados de gente o tener tiempo para nosotros solos.

Todos los que nos reunimos aquí a tomar un café compartimos el gusto por escribir y leer y a  pesar de lo impersonal que parece el ordenador esta afición dice mucho de cada uno de nosotros. Sólo el diseño de cada blog ya es una carta de presentación y lo que a él llevamos y lo que en él contamos y cómo lo contamos va haciendo un dibujo de la persona que hay detrás. Se crean afinidades, se aprecian puntos comunes y discrepancias, se perfilan caracteres y se intuyen humores y talantes.

Si exceptuamos los blogs corporativos o profesionales, los que nos dedicamos a esto generalmente es para compartir una afición, ya sean los libros, la cocina, las manualidades, el cine, la música, la poesía o para los que no somos capaces de decidirnos o de centrarnos en una sola ofrecemos una mezcolanza de varias que van cayendo según sople el viento.
  
Mi intención siempre fue que aquí primara mi afición lectora, pero también quería dejar espacio para expresarme en otros terrenos y no sólo con palabras. Con el tiempo y el desarrollo de este espacio he descubierto y con bastante sorpresa, el gusto por escribir, no ya sobre libros y lecturas, sino sobre cualquier cosa que en un momento dado me produjera cosquillas en la punta de los dedos impulsadas por las extrañas e impredecibles conexiones neuronales de mi cerebro. Me he atrevido incluso a darles a mis desvaríos forma de poesía, cosa que hasta esos momentos concretos yo hubiera jurado en arameo que era incapaz de hacer. Sigo jurando en lo que sea que eso que intento poco tiene que ver con la poesía, pero como expresión de un sentimiento o un impulso me ha hecho sentir bien hacerlo y me he quedado más ancha que larga después de parirlos y echarlos a volar. En resumen, el blog ha acabado creando otra afición secundaria: escribir

Mi otra gran afición-pasión que es la fotografía también tenía que estar presente necesariamente. Mi ojo fotográfico y yo somos inseparables. Tal como mi alma lectora ha transformado la afición a leer en una necesidad tan básica como leer y dormir, mi ojo fotográfico y yo nos hemos fundido con el paso de los años de forma que no es posible distinguir donde acaba uno y empieza otra. Tanta pasión no ha servido sin embargo para que se diera el paso cualitativo que condujera a ninguna a ser mi sostén económico, por lo que, en la perentoria necesidad de ganarme la vida, estas aficiones primarias tienen que entrar en la disputa de mi tiempo libre con otras aficiones secundarias.

Y, aunque parezca mentira después del todo lo que llevo escrito, ahora es cuando llegamos al objetivo de la entrada (mi capacidad de ir al grano no tiene parangón).

A las otras aficiones. A las secundarias. Dicen que "quien mucho abarca poco aprieta" y también que "aprendiz de todo, maestro de nada". Ya lo explica el refranero multilingüe del Instituto Cervantes:

"No conseguirá nada quien no acaba de decidirse por un oficio y le falta constancia y espíritu de sacrificio para prepararse convenientemente. Recrimina a quien pretende abarcar demasiadas actividades profesionales, lo que desemboca en ser incapaz de desempeñar una bien."

Menos mal que en mi caso no se trata de encontrar acomodo profesional sino de meras aficiones, porque efectivamente, tanto cambio y tanta dispersión conduce a no destacar en ninguna. Afortunadamente ni lo pretendo ni me importa en absoluto. Su único fin es entretenerme, divertirme, relajarme unas veces o aguijonear mi creatividad en otras y su problema principal es que no hay tiempo libre bastante para tantas aficiones distintas.

Todo este rollo es sólo para deciros que quería compartir con vosotros la afición que últimamente acapara buena parte del tiempo libre que me dejan mis aficiones principales. No tengo pensado que sea una sección fija-discontinua, sino más bien una actividad invitada de cuando en cuando. O hasta que pierda el interés en ella.

Para presentarla en sociedad tenía que darle un nombre y no creáis que ha sido fácil porque no acababa de encajar del todo en los que parecían más evidentes. Al final he decidido que esto a lo que yo me estoy dedicando podemos llamarlo RECONVERSIÓN.
 ¿Quéeeeeee? 
Tranquilos que por hoy ya habéis tenido bastante, otro día os lo cuento. En cuanto a lo que dicha afición pueda decir de mí, no le deis ni media vuelta: que me patinan las neuronas. 

viernes, 14 de noviembre de 2014

Menos dulce, más picante

A quien no le gustan las canciones de amor, los poemas de amor. Quien no desea sentirse la destinataria de esas bellas palabras, quien no ha soñado al ritmo de una melodía…

Todos tenemos nuestro lado romanticón, tierno, deseoso de escuchar palabras lindas, llenas de amor. Y tan necesario el amor y tan necesarios los sueños. Seguro que todos tenemos una canción de amor favorita, o muchas, esas que hacen que el corazón vibre, con anhelo o con nostalgia, emocionado…

Si, si, si, por supuesto. Todo eso está muy bien. Yo, la primera a la que le gustan las canciones de amor, la poesía más romántica, pero oye… el caso es que… el tiempo pasa… los sueños se desdibujan… las promesas se aguan… la realidad pura y dura se impone… y llega un momento (¿o será sólo la edad?) en que las palabras dulces… están bien, sí, claro, pero a veces sientes que les falta algo… algo… no sé… más tangible, más real, más de lunes y de martes y te apetece más escuchar otras cosas… como os diría… con más chicha, menos etéreas. Pero quizá tampoco sea eso exactamente… No. No sé como decirlo… A ver, algo así como esto…

Soy el soldado de tu lado más malvado
y el arquitecto de tus lados incorrectos

Reconozcámoslo, lo de la tía más guapa del mundo o lo de la mujer perfecta... queremos creerlo en algún momento, pero no resiste más allá de un verano, es mucho mejor que tengamos enfrente a alguien que defienda nuestro lado malvado y perfile con precisión nuestros lados incorrectos ¿no?

Sigamos…

Soy inocente de tu lado más culpable
pero el culpable de tu lado más caliente

¿No es delicioso y sugerente este juego de palabras? Inocencia, culpa y calor tan juntitos.

Soy vulnerable a tu lado más amable
soy carcelero de tu lado más grosero

¡Qué encanto!

Soy artesano de tu lado más humano

Imagino unas manos moldeando… mi lado más humano

Soy el custodio de tus ráfagas de odio

A estas alturas, mis ráfagas de odio lo que más aprecian es encontrarse con alguien que las custodie sin cuestionarlas.

Para ir terminanando… a quien no le gustaría oír algo como esto…

Soy vagabundo de tu lado más profundo
por un segundo de tu cuerpo doy el mundo

y que fuera…

El comandante de tu parte de adelante…

Cada uno, en privado, puede pensarse si se lo permite... o no.


Por si no tenéis un comandante o comandanta que os la cante, os dejo con Andrés Calamaro que está encantado de cantarla a quien quiera escucharla.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Chispita... ¿Dónde estás?

¿Os acordáis de Chispita?
La dejé disfrutando de una tormenta de verano y hasta hace un par de fines de semana no he vuelto a buscarla. Salí, atraída por este octubre tan veraniego que hemos tenido, a dar un paseo por el campo. y quise sentarme un rato con ella a contarnos historias. A mí me encanta escucharla y ella siempre me atiende con sus grandes ojos color avellana bien abiertos y una expresión seria y concentrada que hace que sienta que en ese momento no hay nada más importante en el mundo para ella que escucharme. Así mano a mano, una habla y la otra escucha mientras disfrutamos del aire y el sol, o de las nubes que corren por el cielo y el olor de la tierra.

No es fácil dar con ella. Cuando quiere puede hacerse muy, muy pequeña o cambiar de color para confundirse con las piedras y las hojas. Sobre todo si siente que hay gente alrededor. No le gusta la gente. Yo al principio tampoco le gustaba y también se escondía de mí. Ahora me tolera pero es muy suya y sólo aparece si le apetece. Muchas veces por más que la busco no consigo encontrarla. Así pasó el otro día. Busqué el chispazo rojo de su melena, lo único que podemos llegar a atisbar si ella se deja o si consigues descubrirla en un raro momento de distracción o concentración. Aunque en estos casos la visión es tan mínima, tan fugaz, que es muy difícil que nadie sea capaz de darse cuenta de lo que está viendo antes de que desaparezca de su vista.

Yo creo que su sexto sentido, que es su sentido más desarrollado, le avisa de la naturaleza de los parlamentos que rondan mi cabeza. No sé si será el olor que desprende mi pelo o la vibración del suelo que producen mis pisadas, pero algo debe delatarme mucho antes de abrir la boca. Le gustan mis historias pero no le gusta nada que venga a perturbar la armonía de su espacio con mis enfados y mis malos rollos.

Así que el otro día debía atufar o quizá es que el humo me salía literalmente por las orejas y no quiso asomarse. Busqué, al principio todavía con las formas bruscas del que va siempre con prisa a todas partes, hasta que poco a poco el silencio vivo del bosque, su aire calmo, el sol jugando al escondite con las hojas y el olor a tierra, a musgo y a  humedad fue volviendo suaves mis pasos, lentos mis movimientos. Mis ojos empezaron a fijarse en lo pequeño, en los detalles y así consiguieron por fin, encontrar las setas bajo las que suele descansar Chispita, incluso encontré la entrada de una madriguera. ¿Queréis verla? ¿Se habría escondido allí Chispita? 


Pues no. Estaba claro que tendría que volverme con todas las palabras que disputaban en mi garganta por ser las primeras en desparramarse a borbotones. A nadie en el bosque le interesa saber de tarjetas black, de cajas B o contabilidad paralela, de tramas fraudulentas, de corruptelas y corruptos, de listos y aprovechados que nada saben, mire usted señor juez que a mi no me consta. No, Chispita no entiende ni una de esas palabras, no puede entender que utilidad tienen y porqué no nos deshacemos de todo lo que nombran si sólo sirven para engañarnos, tomarnos el pelo y aprovecharse de nuestro trabajo. 
Chispita esta vez, no quiso saber nada de mí, mi historia no tenía ningún valor que le interesara, pero la verdad es que el paseo sirvió para relajarme y olvidarme al menos por un rato de la estupidez y la deshonestidad y la codicia y la desvergüenza y la desfachatez de algunos humanos.

De vuelta en casa, pensé que mejor sería que todas esas palabras se me desatascaran entre circuitos electrónicos y pantallas de plasma, un medio mucho más acorde con ellas. Y aquí las he dejado sueltas, brincando y buscando ojos  que las reconozcan y sepan que ellas son inocentes, que los culpables son los que se esconden tras ellas y dicen con su carita más dura: pío, pío, que yo no he sido. Pío, pío, que yo no se nada. Pío, pío y tu más.

Cómo disculpa por utilizaros para acabar de desahogar el enfado que Chispita no quiso escuchar, os dejo algunas de las setas que encontré en mi paseo. ¡Mirad bien, a lo mejor vosotros conseguís encontrar a Chispita!



viernes, 31 de octubre de 2014

Viernes de viaje -XII- A orillas de una ría


Después del descanso veraniego, en el que espero que hayáis podido disfrutar del placer de viajar, creo que es hora de que retomemos nuestros viajes virtuales y para ello os voy a llevar a una ciudad que he descubierto en este último año y que tuve oportunidad de pasear durante este verano.



Dicen que llueve mucho, tenía fama en otros tiempos de ciudad industriosa y fea y siempre salía perdiendo en la comparación con sus hermanas cercanas. Así cargaba en mi ánimo con ese peso cuando se trataba de elegir lugar visitable y fue quedándose de lado. Pero afortunadamente llegó su oportunidad y he podido comprobar de primera mano el  encanto de su casco antiguo, la majestuosidad de su ensanche, la luz de su ria y el buen uso que se la ha dado a favor de la cultura y el ocio al espacio que en su momento estuvo ocupado por la industria pesada.

¿Qué os parece este portal para entrar en ella?

Paseemos por una ciudad que ha sabido conjugar de forma magistral lo viejo y lo nuevo.


Lo tradicional con la modernidad.




Ciudad gris... quizá, cuando las nubes se reflejan en el agua densa de la ría. En los cristales de sus modernos edificios. 






Llena de color, sin ninguna duda. Del color de la vida que bulle en sus calles y plazas. Ciudad que sin ser pequeña es fácilmente abarcable en apacibles y placenteros paseos.



No será tampoco mala cosa cansarse para poder tener la escusa perfecta para desandar caminos montados en su moderno y cómodo tranvía.

¡Ay! cómo echo de menos ese medio de transporte en mi enojosa y siempre atascada ciudad. 




El casco antiguo guarda intactos la esencia y el carácter de la ciudad. Sus calles, su gente, sus comercios y tabernas. Lugar ideal para hacer un alto, o varios, y tomarse unos chiquitos y unos pintxos.  









Sin darnos cuenta acabaremos saliendo a la Ribera. 

El mercado, la iglesia y el puente de San Antón... 
Imprescindible el recorrido por una y otra orilla. 






Y acabar este recorrido contemplando otro referente imprescindible en esta ciudad, el teatro..., es que si os digo el nombre, os lo digo todo. Voy a dejar que seáis vosotros quien se lo pongáis. Yo sigo con mi recorrido.

Desde aquí vamos a cruzar la ría y recorrer las amplias avenidas del ensanche y sus edificios del siglo pasado.



A medio camino entre el caserío del casco antiguo y la modernidad de acero y cristal del presente siglo.
Difícil será no toparse más temprano que tarde con esta casa de viviendas. Bonita ¿verdad? Parece que es conocida como la casa Gaudí, pero su nombre oficial es Casa Montero y sus arquitectos Luis Aladrén – Jean Baptiste Darroguy. Estos datos precisos son fruto de mis posteriores pesquisas internautas. En su momento, sencillamente salía de comer cuando me topé con el portal de más arriba y con la boca abierta crucé a la acera de enfrente para recrearme con esta belleza arquitectónica.










Sigamos sin perdernos ni un detalle, desde esta vidriera de mediados del s. XX que decora la estación de Renfe, 

 a las líneas del modernísimo  (y polémico) puente diseñado por el arquitecto Calatrava. 















El encanto de un quiosco de música o el prodigioso juego de reflejos en una moderna escultura.



Sigamos con este juego de contraste que enriquece la ciudad y creo que hace más interesante nuestra visita. Así, a la orilla de la misma ria, en un paseo que disfrutaremos paso a paso y os aseguro que tiene muchos más puntos de interés que espero que podáis descubrir por vosotros mismos, nos encontramos con el ayuntamiento (mediados del S. XIX) en su margen derecha...


y el Palacio Euskalduna abriendo las puertas al siglo XXI (fue inaugurado en 1999) en su margen izquierda. A poco que podáis buscad la oportunidad de asistir a algún espectáculo en él, la arquitectura interior es absolutamente impresionante.







Soy consciente de que hoy la visita me está quedando bastante larga, pero es que, de verdad que me está costando un gran esfuerzo seleccionar qué mostraros, porque hay tanto... 

Os pido que aguantéis un poquito más. No podemos irnos de esta ciudad sin una muestra de su catedral. Aunque a primera vista penséis que me he trastornado, os advierto que sé perfectamente de lo que hablo y si algún foráneo lee esto, estoy segura de que lo entenderá a la primera. 

Primero el interior de la antigua catedral... que ha desaparecido para poder construir la nueva. 

Y ahora os dejo un detalle del exterior del nuevo edificio que aunque aún no está completamente terminado, ha quedado realmente chulo. Mirad...


¿Que qué catedrales son éstas? Aquí en esta ciudad, estoy por apostar que esta "religión" tiene más seguidores que cualquier otra confesión. 

La de hoy es mucha visita para un sólo día, pero con un puentecito puede hacerse un buen apaño y ya sabeis que pienso que es bueno dejarse algo por descubrir para la próxima. Siempre hay que despedirse hasta la próxima...

Y para otra próxima ocasión voy a dejar una de las nuevas joyas de esta ciudad, que en apenas unos años ha pasado a identificarla de forma inequívoca. No sé si con lo visto hasta ahora habrá sido suficiente para que supierais por donde andábamos, aunque en esta ocasión creo que he ido dejando bastantes pistas, pero esta era tan evidente que tenía que dejarla para el final. Por eso y porque creo que no hay mejor broche con la que cerrarla...
























....hasta la próxima.

Espero que os haya gustado el viaje de hoy y quiero recordaros que si pincháis sobre las imágenes las veréis a tamaño completo. Creo que merece la pena.