¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

jueves, 31 de octubre de 2013

Miedo

El techo está bajo, las paredes son negras, el aire que me rodea es espeso, como una gelatina grumosa y tengo una fuerte sensación de opresión, me cuesta respirar, el corazón me late muy rápido… No sé qué hago aquí, cómo he llegado, ni cómo salir. Intento respirar despacio y cuando disminuye un poco el zumbido que llena mi cabeza me parece escuchar un llanto, un gemido sordo, es como si me ocupara y me rodeara. El sudor empieza a resbalarme por la frente, por el cuello, por la espalda, algo agazapado en la oscuridad me amenaza. Me cojo las manos con fuerza intentando controlar su temblor. No sé si tengo los ojos abiertos o cerrados, quiero gritar y abro la boca pero ningún sonido sale de mi garganta... Cuando la angustia se hace insoportable, un chasquido nítido y breve como si alguien hubiera accionado un interruptor me deja en suspenso y por un segundo me parece ver un punto de luz en alguna parte. Me esfuerzo por controlar el pánico irracional que me paraliza y penetrar la oscuridad que me rodea... sí, estoy segura de que se dibuja una linea de luz frente a mí, parece una puerta. Eso es, sólo tengo que llegar hasta ella y abrirla y todo habrá terminado. Intento moverme, las piernas me pesan como si fueran de plomo pero al fin consigo dar un paso. El movimiento ha desencadenado una oleada de dolor en el cuerpo agarrotado y vuelve a palpitarme el corazón, pero la línea parece ahora un poco más gruesa y más cercana, doy otro paso y aunque aún me cuesta respirar siento que el aire es un poco más ligero. Uno más y el llanto es más tenue. Creo que voy a conseguirlo... doy dos, tres pasos más… estoy a punto de alcanzar la puerta, la luz es brillante y me parece escuchar música…


   Las notas que empezaron en un tono bajo, se repiten insistentemente cada vez más altas, machaconas, estridentes. Marisa alarga la mano torpemente hasta dar con el botón que apaga el despertador. Abre los ojos… las paredes son negras, el aire está espeso… un sollozo se le escapa sin darse cuenta y un codo se le clava con fuerza en los riñones. Casi de un salto se sienta en la cama y pone los pies en el suelo. El dolor, como un calambre, la recorre de arriba a abajo y el miedo le late en las sienes. Con las cabeza hundida entre los hombros reconoce la masa informe de la angustia agarrada a su estómago. Desde el otro lado de la cama le llega su voz ronca y cargada de desprecio.
   -¡Qué coño haces aquí todavía! ¿Es que crees que el café va a hacerse sólo? ¡muévete de una puta vez!
    Con un esfuerzo Marisa contiene el gemido que le sube a la garganta mientras se pone en pie lo más rápido que puede. Con la resignación cargada a la espalda, da un paso y otro más para dirigirse a la puerta de la habitación. Ninguna luz le espera al otro lado. Sólo un día más, como tantos, como todos…


domingo, 27 de octubre de 2013

Valle de Baztán (Navarra)


En este viaje ha habido ganadora: TRIMBOLERA dio de lleno en la diana. No me extraña porque para ella Los Pirineos son el paisaje de toda su vida, aunque su valle, el de Tena, se encuentre un poco más al este en el pirineo oscense. 
Entre un montón de posibilidades maravillosas para disfrutar del otoño en esta ocasión os he traído una muestra del valle de Baztán, en el Pirineo navarro, vecino del valle de Roncal que algunos apuntabais el viernes con mucha lógica porque el paisaje es muy similar. 

Es un viaje para aquellos que les guste disfrutar de la naturaleza sin miedo a la lluvia, las nieblas y el frío. Seguramente a lo largo del otoño habrá muchos días en los que luzca el sol por esta zona pero en el viaje al que pertenecen estas fotos nosotros no lo vimos en ningún momento. Llovió y llovió y volvió a llover y eso no nos impidió disfrutar de un viaje precioso.

Las primeras fotos corresponden al Parque Natural Señorío de Bertiz y aunque tuvimos que permanecer durante una media hora dentro del coche en el aparcamiento sin poder salir a recorrerlo, cuando por fin la lluvia se apiadó de nosotros disfrutamos, aún con el paraguas en la mano, de un espacio natural bellísimo. 
 

Después nos acercamos hasta el embalse de Leurtza, siempre con el paraguas sobre nuestras cabezas paseamos sobre un grueso manto de hojas caídas en medio de un bosque de hayas con el embalse a los pies. En verano debe ser un sitio delicioso para comerse la tortilla de patatas y los filetes empanados en la zona de picnic.

El pueblo de referencia de esta zona es Elizondo pero no puedo mostraros mejores fotos porque estuvimos allí de noche y en este viaje ¡me olvidé la cámara de fotos! Tuve que conformarme con la de mi hijo y con el móvil de mi chico que por aquel entonces disponía de una cámara bastante básica y ni una ni otra tenían nada que hacer en malas condiciones de luz. En todo caso todos los pueblos son preciosos, el caserío que os mostraba el viernes y esta de hoy son de Ziga, donde estuvimos alojados en pleno valle.


cueva de Urdax (de la red)


No se puede viajar por aquí sin visitar sus cuevas. La de Urdax estuvimos a punto de no poder visitarlas porque con las lluvias el río que las atraviesa inundaba a trechos el camino habilitado para recorrerlas. También el pueblo de Urdax merece un recorrido tranquilo. Después no hay que olvidarse de la cueva de Zugarramurdi más famosa por las historias de brujas y akelarres con las que se relaciona. En este caso la cueva es una inmensa cavidad atravesada por la Regata del Infierno. 

No pudimos llegar a tiempo de visitar las cuevas de Sara ya en Francia, pero apenas a 3 km. pasada la frontera, paramos en un pueblecito precioso, Ainhoa, si estáis cerca no se os olvide acercaros y recorrerlo con calma, merece la pena.

Molino de Zubieta (de la red)

Hay varios molinos restaurados y preparados para su visita. El de Urdax lo encontramos cerrado y llegamos por los pelos al de Zubieta del que no tengo fotos porque llegamos a visitarlo con la noche echada (es lo peor de estas fechas, las horas de luz se acaban enseguida) Pasamos una hora en su interior viendo su funcionamiento y charlando con la chica que lo enseña, un encanto de muchacha que nos habló del molino y de muchas mas cosas interesantes de su historia y la historia del lugar.

En tres días no es fácil abarcar mucho más pero si disponéis de más tiempo hay otros puntos y visitas interesantes en el valle y alrededores. En cualquier caso el simple discurrir por sus carreteras estrechas puede ser en sí mismo un motivo de disfrute. Imprescindible parar en el mirador de Baztán, en Ziga, que nos ofrece la mejor vista del valle, desde él está hecha la foto que utilicé el viernes para preguntaros qué valle estábamos visitando y la que os he puesto ahora.

Si el tiempo lo permite, merece la pena adentrarse por carreteras más altas donde los prados desaparecen pero encontramos bosques de hayas como el de Quinto Real que nos deja estampas increíbles. Nosotros sólo recorrimos un tramo en coche por falta de tiempo. Ya de vuelta a casa paramos en el robledal de Orgi, otro bosque de cuento dispuesto a susurrarnos las más bellas historias.



Gracias a todos los que os habéis subido al autobús por acompañarme en este recorrido. Son muchas las opciones en todo el norte peninsular que nos harán disfrutar del colorido del otoño. Vuestras aportaciones a la hora de intentar situar el destino elegido son prueba de ello, gracias también por cada sugerencia porque ha hecho más amena la excursión. 






Paisajes parecidos podemos encontrar desde Los Ancares gallegos al Valle de Arán en Lérida y me encantaría descubrirlos todos, pero habrá que esperar otros otoños. 


viernes, 25 de octubre de 2013

Viernes de viaje -VI- Luces de otoño

Ahora que el verano está casi olvidado y con el puente de todos los santos a la vuelta de la esquina quizá ha llegado la hora de retomar nuestros viernes viajeros ¿no os parece? 



Tres días pueden ser ideales para hacer una pequeña escapada que nos permita disfrutar de lo mejor del otoño, sólo necesitamos un buen calzado y un chubasquero o paraguas.



A mí me encanta esta estación,
sus colores,
su luz...



En nuestro viaje de hoy vamos a encontrar verdes rabiosos, ocres, dorados, rojos y marrones. Una amplia paleta donde los contrastes y la armonía van de la mano. 

Un viaje para disfrutar de la naturaleza que derrocha belleza mientras se prepara para el duro invierno.





El intenso aroma de la tierra mojada y los cielos cambiantes son una invitación a la ensoñación, a volvernos un poco hacia dentro.
                    

Las setas tiernas, el musgo brillante, la lluvia suave y el rumor de los pasos sobre las hojas caídas...



Os invito a recorrer carreteras estrechas que nos dejarán con la boca abierta en cada recodo del camino. Valles y montes y picos y nubes y pueblos y caseríos que se suceden en esos prados jugosos.




                                






Balcones cuajados de flores y los apilamientos de paja que por aquí aún se ven con esta forma tan característica.





Pueblos, bosques, cuevas y ríachuelos estrechos y rápidos que fueron en su día la energía que movía las ruedas de los molinos que ahora, abandonada su antigua función de moler la harina, se han restaurado para que no olvidemos como era la vida no hace tanto tiempo.






Parad un momento entre los recios robles y las esbeltas hayas, si les prestáis atención os contarán viejas leyendas...

 Y entonces no querréis que se os haga de noche en el bosque, que la niebla os envuelva... 




Quizá prefiráis el sol para viajar pero os aseguro que las nubes deslizándose por las faldas de los montes, deshilachándose en jirones sobre el valle, filtrando la luz y cambiando de forma constante son un espectáculo digno de verse.





Pequeños rincones y grandes espacios, paseos recogidos y carreteras que aún discurren estrechas y sinuosas, pegadas al paisaje, para disfrutarlas con calma, sin prisas, parando aquí y allá al borde del camino para disfrutar de un majestuoso árbol, conversar con las pacientes ovejas o admirar la grandeza de un valle tan hermoso como éste.


¿Sabéis de qué valle se trata?

Será bienvenido cualquier intento de aproximación y tanteo, aunque no será suficiente con señalar al norte. Como sé que fácil no es, os diré que corría el mes de noviembre y encontramos estampas como esta...


martes, 22 de octubre de 2013

¿Buenas novelas?

Os hablé hace unos días brevemente de una novela leída este verano y comentaba que me  parecía digna de una reseña particular. Se trataba de La buena novela de Laurence Cossé. Finalmente no voy a hacer una reseña al uso, porque en este caso más que su historia (entretenida y curiosa) y su desarrollo (correcto pero sin entusiasmo), lo que me resulta más interesante de ella es que te fuerza a tomar una posición, a preguntarte qué es para ti una buena novela y si serías partidario de una librería que proclamara que en ella sólo se venden "buenas novelas". Y eso es lo que quiero plantearos.

Os dejo la sinopsis para que sepáis de qué va la cosa y un par de enlaces a las reseñas de Marilú y albanta, que os pueden ayudar a decidir sobre la novela en cuestión.

La fundación de una librería parisina «única», llamada «La Buena Novela», desata pasiones, celos y hasta intentos de asesinato. Ivan «Van» Georg, antiguo vendedor de cómics, y la estilosa y seductora Francesca Aldo-Valbelli se juntan para llevar a cabo el sueño de sus vidas: montar una librería que solo venda obras maestras, seleccionadas por un comité secreto de ocho respetables escritores que se esconden bajo seudónimo. Cuando la librería abre, inmediatamente empieza a cosechar un éxito arrollador. ¿Quiénes son esos elitistas y cómo osan decirles a los lectores lo que han de leer? La blogosfera hierve, Internet crepita. Decenas de competidores nacen de la noche a la mañana, clamando por los ideales seudoigualitarios. Ivan y Francesca, estoicamente, intentan aguantar el chaparrón hasta que, de repente, tres de los miembros de su comité secreto son víctimas de accidentes que a punto están de costarles la vida.


A bote pronto yo contestaría que sí, que disfrutaría muchísimo en una librería semejante, ojeando un libro y otro con el único problema de elegir entre tanto buen libro cuál me llevo a casa, o sentarme sin más a pasar la tarde con una de esas novelas en la mano en un ambiente agradable o acercarme al librero a comentar tal o cual novela o a preguntar por aquella otra. Sí, sin duda sería algo parecido a un paraíso para todos los amantes de las novelas. Seguro que estaría de acuerdo en buena medida con su selección, lo que no tengo tan claro es que me gustara que alguien se arrogara la autoridad de decidir qué es una buena novela, qué novela debe estar o no en esa librería.

Para empezar encuentro francamente difícil, si no imposible, establecer la definición de una buena novela así, con carácter genérico. Una novela cobra vida cuando es leída y esa vida es distinta para cada lector que la interpreta. Cierto es que cuando una misma obra hace coincidir la crítica favorable de muchos lectores de todo el mundo y a lo largo del tiempo debe ser algo más que una pura coincidencia y en ese caso se habrá ganado sin discusión su calificación de buena. Sin embargo no creo que ese criterio, más o menos general, implique que tenga que gustar a todo el mundo, ni que la persona a la que no le guste sea un “mal” lector o que eso sea un motivo de descrédito para el lector que disiente de esa clasificación. ¿Quién de nosotros no ha tenido alguna vez cierto complejo o reticencia a la hora de declarar que determinada obra maestra no le ha gustado?

En otro tiempo, hace años, me resultaba molesto que alguien pudiera valorar si mis lecturas eran “buenas” o no. Me preocupaba que se juzgara mi capacidad como lectora competente. Por lo mismo, seguro que todos, en alguna ocasión, hemos sentido cierta “vergüenza" a la hora de confesar que le gustaba determinado libro o determinado género con la preocupación de que eso te rebajara como lector de primera.

Ahora, que me trae sin cuidado el juicio ajeno porque tengo confianza suficiente en el propio, sigo pensando que es tremendamente arrogante que una librería y quien está detrás de ella pueda atribuirse la capacidad de juzgar qué novelas son buenas y tienen cabida en sus estantes y cuales no, con la descalificación que eso conlleva para las excluidas y menospreciando, de alguna forma, la capacidad de cada lector de decidir por sí mismo cuales son sus buenas novelas. Aunque para ello tenga que bregar con la avalancha de novedades, supuestos best-sellers y demás campañas de las editoriales que intentan meterte por los ojos a toda costa sus productos.

Por otro lado, ¿a quién no le ha pasado que ha tenido que dejar de lado un libro en un momento dado incapaz de seguir adelante y que en otra oportunidad lo haya encontrado fascinante? Si una misma persona puede cambiar radicalmente de opinión sobre la misma novela dependiendo del momento en qué la lea, de forma tal que lo que te pareció infumable en un momento dado, te parezca genial en otro, o al contrario, hasta el punto de mirar con extrañeza el libro que tienes entre las manos y preguntarte como es posible que se trate de las mismas palabras, dichas de la misma forma y en el mismo orden, acabas concluyendo que juzgar una novela como buena o mala por tu experiencia particular, es, cuanto menos, un atrevimiento. 

Los juicios cambian según las circunstancias puramente subjetivas del momento en el que la lectura se produce: edad, entorno, intereses, estado de ánimo… Son muchísimas las variables. Es difícil que a los 15 nos guste lo mismo que a los 40, que nos emocionen las mismas historias, que las comprendamos y valoremos de la misma manera. De igual forma hay lectores asiduos y lectores ocasionales y esta división también ocasionaría una gran diferencia de criterio. Pero yo creo que todos los lectores son importantes, tanto los jóvenes que se están formando como los lectores ocasionales, o los que sólo leen novela negra o sólo ciencia-ficción. Su capacidad y juicio para decidir qué lectura les gusta más es tan válida como la de lectores asiduos y muy experimentados, aunque sus clasificaciones fueran completamente distintas. El lector va formándose con el tiempo y los años, con la experiencia de su vida y de sus lecturas y lo habitual en un lector constante es que haya una evolución, que se afiancen gustos, que se afine el juicio y sea más selectivo con sus lecturas. Para llegar a esa capacidad de discernimiento es necesario que a lo largo de su experiencia se tope con más de una novela mediocre, sólo así el lector aprenderá a discriminar lo bueno de lo menos bueno.

El tiempo me ha enseñado que las novelas que dejan una huella más profunda en tu memoria no siempre son las que objetivamente puedes calificar como las mejores, sino aquellas en las que han confluido una suma de factores de idoneidad y oportunidad puramente subjetivos que han convertido su lectura en un acontecimiento único e irrepetible. Por eso mismo intento guiarme por otras razones a la hora de recomendar un libro y desconfío igualmente de las que me son recomendadas al calor de un entusiasmo emocional. También es cierto que con el tiempo mis valoraciones se han ido endureciendo. Digamos que cada vez me resulta más difícil otorgar calificaciones altas y una gran cantidad se queda con el aprobado raspado, pero no deja de ser algo personal que intento dejar siempre claro a la hora de hablar de una novela concreta.

Siempre he pensado que el placer de leer es lo que importa. Se lee para disfrutar haciéndolo, no por obligación, ni porque debamos leer unas obras o autores determinados, posiblemente todo llegue con el tiempo y nuestra curiosidad e interés nos lleve a querer ir un poco más allá. Por eso nunca he estado de acuerdo con las lecturas obligadas en el colegio porque me parece la mejor forma de que alguien deteste leer. Lo ideal a mi juicio es que se les deje elegir a los  chicos. Adecuado es el libro que nos hace olvidarnos de nuestro entorno, que nos sumerge en sus páginas hasta hacernos olvidar el tiempo, que nos invita a soñar, a inventar, a vivir otras vidas, a sentir a través de unos personajes. Que nos haga removernos en el asiento, modernos las uñas, reír y sufrir. Tanto da que sea un cómic de Mortadelo y Filemón, una aventura de Julio Verne o Laura Gallego García, dragones o vampiros, los misterios de Agatha Christie o los casos de Pepe Carvalho, El Señor de los anillos o Tyrion Lannister, las desventuras de Oliver Twist o la vida de Fortunata y Jacinta, La sombra del viento o las sombras de un tal Grey.

La lectura es en primer lugar entretenimiento y creo que todos los títulos merecen la oportunidad de demostrar si sirven para ello. Hay muchos que no pasan de ahí y a veces eso basta, pero también hay otros muchos capaces de contentar, de convencer, de emocionar y de sorprender al lector más exigente y experimentado. Y todas esas novelas no tienen por qué acomodarse a dos únicas categorías de buenas o malas, sino que habría tantas listas como lectores, con sus manías y sus afinidades, sus preferencias y sus limitaciones.


El pasado sábado, cuando ya tenía esta entrada a falta de repasar y pulir, me sorprendió la coincidencia, al menos de fondo, con la que publicaba mientrasleo, El lector, y además de invitaros a leerla, voy a tomarme la libertad de citar su párrafo final, con la sonrisa de complicidad inevitable entre lectores, digamos, "recalcitrantes". 

"Cuando hablamos de gustos literarios no hablamos de libros buenos o malos, el gusto se afina, se desarrolla, dicen que incluso se educa. No sé hasta qué punto es así, lo que tengo muy claro es que es algo personal y, por mucho que a veces nos empeñemos, intransferible. Leemos porque disfrutamos."

Definitivamente creo que el criterio particular de cada uno a la hora de decidir sus propias "buenas" novelas es siempre válido. Cada lector decide qué novelas formarán su propia lista y su clasificación. La mía podría estar compuesta por un podio para las extraordinarias, y a continuación las buenas lecturas, las corrientes, las abandonadas por aburrimiento o  total incompatibilidad y las olvidadas inmediatamente después de la palabra fin. Y en cada clasificación seguramente convivirían novelas de diferente valor literario ¿y qué? 


viernes, 18 de octubre de 2013

Un duro al año

A una hora en que la siesta ya debería estar superada...
                                                                           tras dar un repaso somero colocando cojines, recogiendo papeles, organizando aquí y allá, decidiendo que mejor enciendo el ordenador e intento escribir algo...
                                      Me encuentro con que el pc está ocupado por otro habitante de esta casa y a la espera de que lo deje libre me tumbo en el sofá a descansar los ojos...
     la cabeza está espesa pero intenta encontrar un sendero transitable que le lleve a una entrada (post) para acompañar el café del viernes...
                                                                   hay alguna cosilla a medias en el disco duro, pero pulirlas puede llevar tiempo y necesita una claridad mental incompatible con el algodón que embota mi cabeza...
                       Una voz me dice que ya tengo libre el ordenador y mascullo alguna palabra de reconocimiento que indica que he captado el mensaje...
                                                   sin duda hay un momento en que mi cerebro pasa del estado de plena consciencia a estar completamente traspuesto...
                                       sin embargo ese estado fuera de la realidad rescata de las profundidades de mi memoria un poema, que empiezo a recitar mentalmente...
                                                                                           hace muchos, muchos años lo mandó una tía mía en una de esas cartas que se escribían antes, no recuerdo con precisión la historia que nos contaba junto con el poema, pero creo que al leerlo se había acordado de mi padre (su hermano mayor), cuyo primer trabajo siendo muy niño fue de pastor...
                    me impresionó muchísimo leer aquel poema y entender la emoción de mi tía y por qué nos lo enviaba... 

Cuando mi cerebro ha salido de su aturdimiento o sueño o transposición he hecho dos cosas...

                rebuscar en mi caja de recuerdos infantiles hasta dar con la transcripción del poema que hice en mi antigua máquina de escribir y teclear en google el título para ver qué me encontraba, porque el poema venía con título pero sin autor... 
                                                                                                                  os dejo el resultado y la certeza de que cuando tu cerebro pide descanso hay que dárselo...





Un duro al año 

I

Monte arriba, cara al viento,
buscando reposo y calma,
íbame yo muy contento,
dándole descanso al alma,
y cuando al alto llegué,
y al dar la vuelta a la cima
un rebaño me encontré
que se me venía encima.

Avanzaban las ovejas
marchando al paso tranquilas,
y pasaban las parejas
al sonar de las esquilas:
y a los últimos reflejos
de los rayos vespertinos
las vi perderse a lo lejos
por los ásperos caminos.

Detrás de ellas, lentamente,
dando al aire una canción
y sacando indiferente
su mendrugo del zurrón,
venía un pastor, un niño,
un imberbe zagalejo,
que me inspiró ese cariño
que es tan súbito en un viejo.

-¡Hola! ¿eres el pastor?
-Sí señor, ¿qué se le ofrece?
-¿tienes padres? -no señor.
-¿cuantos años tienes? - Trece.
- ¿Y cuanto ganas, amigo?
- Un duro. - ¿al día? ¡anda maño!
- ¿Un duro al mes? - 
¡que no, digo!
- ¡Un duro al año!


II
Le dejé que se marchara
y en el monte me senté,
y avergonzado, la cara
en las manos oculté.


Pasaron por mi memoria
templos, palacios y reyes,
los aplausos y las glorias,
los discursos y las leyes,
los millones del banquero,
las fiestas del potentado,
réditos del usurero,
ladrones en despoblado,
fortunas mal heredadas
en el tapete perdidas,
cortesanas celebradas
de ricas galas prendidas,
los que de lujo se afanan,
tantas glorias, tanto daño...
y en tanto hay seres que 
ganan...


¡Un duro al año!


III
¡Un duro! ¡Oh Dios! 
¡Cuantas veces
lo habré derrochado Yo,
en miles de pequeñeces
que mi gusto me perdió!
en comer y no tener ganas,
en caprichos, en favores,
en vanidades humanas,
en guantes, coches y flores,
en un rato de placer,
en un litro sin valor,
en apostar, en beber,
en humo, en un buen olor...

Y ese duro que se olvida
en cuanto correr se deja,
era un año de la vida
de aquel niño que se aleja...

Y vi que somos peores
todos los seres humanos.
unos, falsos soñadores,
otros, falsos puritanos,
todos en el daño iguales
ante las llagas sociales;
y hay seres que en esa edad,
ignoran su propio engaño
 deben a la humanidad...

¡Un duro al año!


IV
¡No! Mientras el frío enero,
en una espantosa noche,
mi prójimo, por dinero,
me lleve a mi casa en coche; 

mientras de la mina obscura
saque el carbón tanta gente,
pasando tanta amargura
para que Yo me caliente;

mientras de la alegre fiesta
salga Yo, que siento y creo,
y al pobre que me moleste
le mande airado a paseo;

mientras derroche la moda,
y se gasten, grande o chico,
mil duros en una boda.
mil en entierros del rico,

y hasta el sol desigual sea
en dar al hombre sus rayos,
y haya niños con librea
que me sirvan de lacayos;
ni creo en leyes humanas
ni en el que las bombas tira...

¡Palabras! Palabras vanas.
¡Mentira, todo mentira!
No hay a las penas consuelos;
¡sufrir y siempre sufrir!

¡El Cristo se fue a los cielos,
pero volverá a venir!
Su reino será de espanto
sus leyes muy diferentes;

Y ha de subir a mil codos
mas alto el nuevo diluvio,
y en el moriremos todos;
y más alto que el Vesubio
nos ha de ver impasible
ese niño, ese pastor,

ya convertido en terrible
ángel exterminador,
y entre torrentes de lava
gritara de su alto escaño:
-Yo soy aquel que ganaba

¡Un duro al año!

V
Así a mis solas decía,
Solo, en la cumbre del monte,
Mientras el sol se escondía
en el rojizo horizonte,

en las sombras se ocultaban
lentamente las aldeas,
y en la ciudad humeaban
las fabriles chimeneas,

veíanse allá las cruces 
de las santas catedrales
y los rayos de las luces
de las fiestas mundanales,

allí viven reunidos 
los que se llaman cristianos,
entre el ruido y movimiento
de las modernas ciudades,
resumen triste y cruento
de las necias vanidades...

Y allá, perdido en la plana,
cantando, tras su rebaño,
iba aquel niño que gana

¡Un duro al año!


Eusebio Blasco (1844 - 1903)




A la memoria de mi padre que fue pastor cuando debía ser colegial y por todos los niños del mundo que hoy día cambian las aulas por las herramientas de trabajo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Aquí están... preparados para partir


Foto de familia antes de que cada una parta en pos de su destino

A quien pueda interesar: participantes, curiosos, amigos y visitantes. Aquí están. Estos son los regalos prometidos, nada del otro mundo, unas libretas que espero que os sean útiles para recoger todas esas ideas repentinas que conviene no perder entre las siguientes ideas y pensamientos que lucharán por ocupar un espacio en vuestras cabezas. 



En cuanto les echéis un vistazo comprenderéis por qué necesitaba saber primero quien iba a ser su destinatario, de qué iba eso de la personalización y el motivo por el que no podía enseñarlos antes. 
  Espero que os gusten.


Ellas ya están deseando encontrarse en su hogar y hacia allá os las envío.

Como veis no se trata más que de un pequeño recuerdo de la fiesta de las tazas pero llevan entre sus páginas el gusto de haber participado en ella y el cariño con el que os las devuelvo en esta nueva versión. 

No quiero volver a repetirme. Creo que ya sabéis lo mucho que he disfrutado, gracias a vuestra complicidad, compartiendo este aniversario con vosotros, así que sólo me queda acabar deseando volver a contar con todos vosotros en el próximo.


viernes, 11 de octubre de 2013

Disquisiciones inútiles ocasionadas por la caída de la hoja en torno al nulo avance tecnológico en materia doméstica

Me gusta mucho el otoño, la caída de las hojas... 
                                                            la lluvia suave...
                                                                              los colores cálidos… 
Pero hoy no toca hablar de las bondades otoñales porque el otoño que tanto me gusta también me trae una de las actividades caseras que más me incordia y que afortunadamente sólo se da dos veces al año, una ahora, en octubre y la otra en primavera. Cada cambio de temporada implica un reajuste, reorganización y acomodo de los armarios de casa y cada inicio de temporada la inestabilidad del tiempo, el otoño que titubea, el verano que no acaba de marcharse, ocasiona un caos en mis armarios hasta que el cambio se estabiliza y yo alcanzo la preparación psicológica adecuada para enfrentarme a la tarea. 
En estas estaba, haciéndome a la idea de que uno de estos fines de semana iba a tener que ponerme manos a la obra, cuando mis pensamientos me llevaron por otros derroteros. Acabé preguntándome como era posible que entre tanto avance tecnológico, con lo que se ha avanzado en otros ámbitos, como el de las comunicaciones, por ejemplo, aún no se haya encontrado un sustituto realmente válido para el cubo de plástico y la fregona, para las bayetas y el amoniaco. 

El otro día hablaba del tiempo y su valor. Siendo tan escaso el tiempo que puedo distraer para actividades gratificantes como ésta no puedo dejar de pensar en la gran cantidad de tiempo que tengo que emplear en las labores domésticas y lo mucho que valoraría cualquier avance que me descargara de parte de este trabajo.

Si cuando yo veía a finales de los años 70 la serie de TV "Espacio 1999", que nos auguraba un siglo XXI surcando el espacio interestelar y traspasando todas las fronteras del tiempo y el espacio, me hubieran dicho que en la segunda década del siglo venidero, no sólo no vestiríamos con ajustados monos de lycra ni los viajes intergalácticos serían el pan nuestro de cada día, sino que además, nuestro arsenal de productos y artefactos para la limpieza sería prácticamente el mismo, no me lo hubiera creído.

Lo primero que me viene a la cabeza es lo útil que sería un robot doméstico, pero ojo, uno con brazos y piernas, un sustituto de verdad, no uno de esos cachivaches que hay en las tiendas a los que les ponen ese nombre y pretenden hacernos creer que sirven para algo más que ocupar espacio. Ahora bien, entiendo que lo del robot como réplica humana, genere ciertas suspicacias y pueda llegar a tener sus riesgos (lo de la inteligencia artificial que se nos va de las manos y el posterior intento por parte de los robot de dominar a la raza humana) y podemos dejarlo para las, seguramente más avanzadas, mentes del siglo XXII, pero digo yo que, con un poquito de buena voluntad y esfuerzo por parte de mentes agudas y despiertas (puede que también fuera necesario algo de dinero e interés inversor) quizá no hubiera sido tan difícil encontrar otras soluciones, a mí se me ocurren varias posibilidades que nos facilitarían mucho la labor.

Veamos: 
  • para sitios particularmente ingratos de limpiar como los cuartos de baño y las cocinas una posible solución sería que se construyeran con un sistema de autolimpieza, algo parecido a los túneles de lavado de los coches. Una estancia estanca con unos chorritos de agua o vapor a presión que llegaran a todos los rincones, con su espuma activa, quitamanchas y quitagrasa, y un sistema final de secado que nos lo dejara como una patena, impoluto, reluciente, desinfectado y perfumado. 
  • Para los cristales no debería ser muy complicado inventar un sistema de láminas finísimas y transparentes que pudieran despegarse cuando estuvieran sucias y sustituirse fácilmente por otras nuevas. 
  • Otra buena idea sería que existiera un sistema, o aparato de ondas electromagnéticas, o ultrasonidos, o alguna virguería similar, como materiales tratados de tal forma que impidieran que el polvo se depositara sobre cualquier superficie (limpiar el polvo es una de las actividades más aburrida, ingrata e inútil que conozco). 
  • Finalmente aplaudiría fervientemente una escoba-aspiradora-enceradora-pulidora realmente eficaz y autónoma, que no te obligara a doblar el espinazo y capaz de hacer desaparecer (sin necesidad de bolsas de recambio y silenciosamente) cualquier resto sólido o líquido, de llegar a los rincones más inaccesibles y dejar todo tipo de suelos, ya fueran de madera, cerámicos o sintéticos, a prueba del algodón más exigente. No me vale que alguien me hable de las vaporettas, es uno de esos artilugios que básicamente sirven para ocupar espacio, necesitan de tus manitas y tu esfuerzo y el resultado pocas veces pasa de la mediocridad. 
Es cierto que ninguna de estas ideas es definitiva y desde luego no sirven para mi problema de reorganización de armarios, pero también lo es que desde la revolución que supuso la lavadora y el lavavajillas el tema doméstico se ha quedado francamente muy atrás en la carrera tecnológica ¿no os parece? 

¿Qué es lo que falla? ¿Realmente hablo de ciencia-ficción? ¿Cuál es el mecanismo que
impulsa el avance de la ciencia y la tecnología? Teniendo en cuenta que es un tema que afecta a muchos potenciales consumidores ¿no es rentable invertir en este campo? ¿Es mejor seguir por el terreno fácil del limpiador mejorado, supermejorado, requetemejorado, extramaravilloso, que con sólo apuntar hacia su objetivo las manchas y la suciedad tiemblan y desaparecen? 

Que me pregunto yo, cada vez que veo un anuncio de uno de estos productos tan archi-extra-super-nueva-formula-mejorada, como era posible que con la versión anterior de la anterior de la anterior pudiéramos limpiar algo, si la suciedad debía morirse de la risa ante ellos, de lo malísimos que debían ser. 

En fin, que a la espera de que tener un C3-PO en el escobero de casa deje de ser una utopía relegada al terreno onírico y cinematográfico no tengo otro remedio que dedicar parte de mi preciado fin de semana a la reorganización de armarios y maleteros para acomodarlos a la temporada otoño-invierno, porque además parece que finalmente las previsiones indican que ahora ya sí va en serio, que el otoño va a aprovechar este fin de semana para imponerse sobre el verano.

Si tenéis la suerte de tener armarios capaces de albergar cómodamente y a mano todas las temporadas o es una actividad que no cae dentro de vuestras competencias laborales-domésticas

¡¡Feliz fin de semana!! 

Para los demás también, que algo podrá hacerse una vez que hayamos conseguido volver a colocar las cajas de IKEA en los maleteros.

domingo, 6 de octubre de 2013

Adivina, adivinanza

Asomada a la ventana,
vi como se me escapaba,
alargué el brazo para atraparlo
mas ya no lo alcanzaba.

Intentando darle uso
me entretuve en cosas vanas.
Cansada del trajín
me tumbé sobre la cama,
intentando aprovechar
lo poco que me quedaba,
mas cerré los ojos y al abrirlos,
descubrí que las manecillas
me habían dejado sin nada.

Veleidoso,
cambiante y caprichoso,
se estira y se encoge,
se escurre y se estanca,
ora nos azuza, deprisa, deprisa,
ora se desliza, despacio, despacio.

Su valor es mudable.
Compartido,
 vale el doble.
Solitario… solo
a veces deseable.

 Si poco, agobia,
si mucho, cansa,
mas perderlo no 
nos alcanza.

Prestad mucha atención,
pues es cosa bien insólita,
que el propio siempre tendrá 
mayor valor que el ajeno.

Quien esto leyere
ya lo está perdiendo.
Mas no os apuréis,
pues en tanto aprecio os tengo
que con presteza he de llamar
al punto que pondrá el final
a tamaño desafuero.


                                                             (Un guiño, sólo un guiño, a quien aquí lo pierde)