Queridos amigos:
Cada amanecer me recibe con una gran
sonrisa y cada noche me acuesto con un guiño a las estrellas.
Así son los días de vacaciones:
brillantes y perezosos, lánguidos y fugaces. Vivaces, alegres,
amarillos y rojos, azul pastel y verde mar. La dicha está en el
cosquilleo de la arena entre los dedos de mis pies, en la cresta de
la ola que me levanta y me envuelve en su espuma y espera, paciente y fiel, entre las páginas del libro que descansa momentáneamente olvidado sobre una
toalla tendida al sol.
Siento haber tardado tanto en
escribiros pero espero que entendáis el inevitable olvido, la
necesidad de romper con la rutina y de alejarme no solo física, sino
sobre todo mentalmente, de ella. A punto de cerrar este paréntesis
os escribo desde la orilla del mar Cantábrico, con un agua
transparente y fría como cristal lamiendo mis pies y bajo un sol
amable, apurando, bebiendo a sorbos cortos e intensos los últimos
días de las vacaciones.
Con la brisa fresca del mar os envío
un montón de besos y un abrazo grande.
Jara
P.D. Antes de poner en marcha de nuevo
el saloncito del café iré visitando poco a poco vuestros espacios
para ponerme al día de lo que se ha cocido en ellos durante este
tiempo de ausencia.