¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

viernes, 28 de junio de 2013

Viernes de viaje -V- Por las calles de...

Hoy no vamos a jugar a las adivinanzas porque aunque el nombre de la ciudad por la que pasearemos no encabece la entrada, estoy segura de que todos la habréis nombrado cuando lleguemos al final del paseo.

Vieja ciudad llena de historia donde cada piedra nos hablará de su pasado glorioso, os invito a recorrer sus calles estrechas, sus plazas y sus muchos monumentos aunque, como siempre, aquí sólo quepa una pequeña parte, lo justo para que se despierte en vosotros el interés por conocerla o simplemente recordarla. 


Pequeña ciudad castellana que podemos abarcar tranquilamente en un día, paseando con calma por sus callejas, sin rumbo determinado, disfrutando de cada rincón y cada detalle. 
Sin darnos cuenta habremos desembocado en una plaza tan agradable como esta.





Y seguro que dedicareis un buen rato a fotografiarla desde todos los ángulos, porque la mires desde donde la mires no tiene desperdicio. 

Calle a calle y plaza a plaza acabaremos encontrándonos con la plaza Mayor y por supuesto con la catedral, una verdadera joya. 

Como no podía ser de otra forma, en una ciudad castellana de rancio abolengo como ésta no puede faltar el alcázar, imponente. ¿Cuántas guerras habrán visto estos muros?







¿Cuántas flechas se habrán disparado desde estas almenas y cuántos desdichados habrán muerto intentando ganarlo?  


Durante siglos sus salas acogieron a muchos reyes y en ellas debieron fraguarse grandes batallas, sus paredes habrán sido testigos de intrigas susurradas y cada rincón guardará memoria de esas otras pequeñas historias que sus protagonistas se llevaron a la tumba a espaldas de la Historia.


 

Mientras jugamos a imaginar la vida de reyes y cortesanos podemos asomarnos desde lo alto de sus muros y mirar por un lado hacia el campo abierto, hacia ese horizonte por el que siglos atrás avanzarían los ejércitos enemigos o volver nuestra mirada hacia la hermosa imagen de la ciudad dibujada sobre el fondo nevado de la Sierra de Guadarrama.



Impregnados de épica e historia seguiremos nuestro recorrido por las murallas de la ciudad, nuevas callejas no llevarán hasta el barrio judío y un poco más allá o más acá, según el sentido incierto de nuestro paseo también acabarán encontrando nuestros pasos un tranquilo espacio ajardinado donde tomarnos un respiro y dejar reposar nuestros pies y nuestra imaginación.


 Lo justo para tomar aliento y prepararnos para admirar el monumento con el que todos sin duda identificamos a esta bella ciudad. Mucho antes de que Castilla fuera Castilla, antes de su catedral y su alcázar, de sus reyes y su cochinillo, llegaron los romanos con sus legiones y su latín y además de dejarnos su derecho y su lengua, sus ingenieros nos dejaron esta obra cuyas piedras nos miran pasar desde hace 2000 años.




¡Claro! El acueducto de ...


Segovia

lunes, 24 de junio de 2013

Cuando calienta el sol

Una de las primeras entradas que escribí en este blog fue para desearos feliz año nuevo y la escribí en septiembre. Como explicaba entonces, en mi niñez no acababa de comprender que los años se contaran de enero a diciembre, porque para mí claramente empezaban en septiembre y terminaban en junio, con esa pausa del verano que se sitúa en tierra de nadie. No fue premeditado pero es evidente que tampoco fue casualidad que este blog empezara su andadura precisamente en ese mes. Y ahora llegamos al final del curso, digo… del año, sin embargo no voy a hacer balance, aunque como sigo aquí voy a suponer que es porque el blog “progresa adecuadamente”.  

Noche de San Juan de 2011
El caso es que sigo sintiendo que de alguna forma el solsticio de verano, este día tan significativo en todas las culturas y civilizaciones y esta mágica noche de San Juan con sus hogueras  marcan una frontera que mi subconsciente reconoce de forma instintiva, como si tuviera un calendario interior más fuerte que el convencionalmente reconocido.
Que los cursos escolares sigan esta pauta tampoco es una casualidad, ¿quién es capaz de rendir en condiciones a altas temperaturas? Yo desde luego no. De manera que acabado el año toca enfrentarse a este territorio de nadie que es el verano, y aunque aún conserva en lo profundo cierta connotación de tiempo feliz, vestigio sin duda de la infancia, para mi es como la travesía del desierto con el breve respiro del oasis vacacional.

Si tuviera que expresarlo mediante una formula matemática yo diría que la Soportabilidad del verano es directamente proporcional a las vacaciones disfrutadas. De tal forma que si utilizamos como base temporal para medir el verano el periodo común de apertura de las piscinas, es decir, de 15 de junio a 15 de septiembre = a 90 días, y suponiendo que dispongamos de 30 días naturales de vacaciones, podríamos establecer como aceptable una soportabilidad mínima de un 33 %,  por debajo de esas cifras creo que el riesgo para nuestra salud física y mental es muy alto. En el caso de los niños en edad escolar, los porcentajes no deberían bajar del 90% y de momento parece que esto aún no es materia a analizar por un consejo de sabios, afortunadamente.

Después de este intento de racionalizar mi tirria veraniega me siento más respaldada para decir que a mi cualquier porcentaje por debajo del 100 % se me queda corto porque además no siempre consigo llegar a ese mínimo tercio que yo misma recomiendo. Directamente declararía incompatible el verano con el trabajo. Como eso no hay reforma laboral en la que calzarlo, agacho la cabeza y me dispongo a sobrellevarlo reuniendo toda la buena voluntad del mundo.

Entendedme, Madrid en verano es un horno, la  boina de contaminación no nos abandona en ningún momento, el cuerpo sufre cambios bruscos y continuos de temperaturas cada vez que pasa de un interior climatizado a un exterior recalentado. Intentar dormir por las noches se convierte en una odisea, si no es el calor el que lo impide son las voces y risas de aquellos que salen a tomar el fresco al parque al que dan las ventanas del dormitorio. Y justo cuando tú estás a punto de coger el sueño, entre las 12:30 y la 1 de la mañana es cuando ellos se instalan con sillas y mantas, niños y abuelos sobre el verde, a disfrutar de la noche veraniega sin consideración ninguna a los desafortunados a los que les sonará el despertador en el mejor momento del sueño, cuando por fin, el fresco de la madrugada y el silencio, lo hayan hecho posible. La lista de inconvenientes que le encuentro al verano podría ser mucho más larga pero creo que con esto ya sirve para hacerse una idea de lo que pienso de él.

Sin duda el verano tiene cosas buenas aunque para mí se reduzcan a ese mínimo porcentaje vacacional en el que puedo disfrutarlas y también merecen que se hable de ellas, pero como de momento me queda un buen porcentaje de insoportabilidad veraniega antes de que lleguen voy a dejarlo para otro día en el que me sienta  más predispuesta a cantarles las alabanzas.

Para los que vivís en la costa, en el campo, para los que pueden disfrutar de un porcentaje de soportabilidad superior al 33% o para todos aquellos que simplemente disfruten en cualquier circunstancia del calorcito:

¡¡a disfrutar del verano que comienza!!  

Y para aquellos que como a mi no os guste el verano... también. Que esta noche de San Juan sea el comienzo de un feliz verano para todos. 


lunes, 17 de junio de 2013

¡Vamos a la Feria!



Cada año espero con la misma ilusión la llegada de la Feria del Libro y como todo lo que se repite puntualmente año tras año ha adquirido la categoría de tradición con sus ritos particulares.

Aunque dura mas de 15 días normalmente sólo acudía un día a visitarla. Una mañana de sábado o domingo, con el cuerpo descansado y al ánimo bien dispuesto para recorrerla de cabo a rabo (y eso es decir bastante)  parando aquí y allá, unas veces para coger sin dudar un título que llevas marcado como imprescindible. Otras, para curiosear tomando nota de un autor por aquí, descubriendo de repente ese libro que había quedado enterrado en un rincón de la memoria, por allá. A veces sin habértelo propuesto se da la feliz coincidencia de encontrar título y autor juntos y casi sin darte cuenta te encuentras saludando y guardando otro libro más, amablemente dedicado por su autor, claro que para que esto ocurra no debe haber más de tres o cuatro personas esperando para la firma, porque si me encuentro con una larga fila de gente prefiero no pararme.

Acudir en fin de semana tiene sus ventajas e inconvenientes. Al ser los días en que más público puede acudir, se concentran las firmas de los autores más relevantes que a su vez atraen a un mayor número de personas. Como resultado de ello, la visita puede llegar a resultar frustrante porque apenas puedes caminar de forma fluida entre las casetas, en muchos casos la aglomeración ante algunas impide que te puedas acercar a ojear los libros y en determinados lugares donde coincida un autor importante y un espacio algo más estrecho, simplemente no puedes dar un paso.

Esto ha sido especialmente tremendo este año. Supongo que mi ocurrencia de acudir precisamente ese sábado que se anunciaba con temperatura suave (21º) y nublado coincidió con la de miles de madrileños más. Porque otra de las desventajas de la Feria es, tradicionalmente, el calor que puedes llegar a pasar durante su recorrido.

 ¿Cómo estaba la Feria el pasado sábado 8 de junio? ¡Abarrotá! Pero abarrotada con avaricia, con ganas, lo que se dice de bote en bote. Resultado: recorrerla la recorrimos, pero verla no la vimos. Con excepción de las casetas más especializadas, a la demás casi no había quien se acercara y si lo hacías la presión de la gente a tu alrededor también impedía verla con tranquilidad. Como consecuencia de esta superpoblación las compras resultaron más bien escasas y sin embargo al final nos llevamos dos ejemplares firmados, uno por el director de cine José Luis Cuerda, un tipo muy majo con el que sí pudimos charlar un ratito con calma y en el otro fue Mejor Manolo de Elvira Lindo.

En este último caso, fue en la repesca. Cuando a la ida pasábamos por delante de la caseta en la que Elvira firmaba ejemplares, la fila era, como en casi todos los casos de autores conocidos, enooooorme y desechamos la idea, pero como el recorrido es largo, a la vuelta descubrimos que la espera se había reducido mucho y apenas había cuatro o cinco personas esperando y decidimos que merecía la pena añadir a la colección de Manolito Gafotas este último firmado por su autora. Elvira nos recibió con una sonrisa, pero entiendo que a esas horas le sobraban todos los comentarios porque aparte de preguntar para quien iba dedicado, no conseguimos mantener un mínimo intercambio de pareceres.

Como dije antes si hay que aguardar mucho para la firma de un libro no suelo quedarme, sólo lo hice el año pasado con Almudena Grandes. Año tras año lo iba dejando precisamente por lo que se alargaba siempre la fila de gente que esperaba, pero como es una de mis autoras favoritas el año pasado fui simplemente con la idea de que esperaría en cualquier caso para llevarme mi ejemplar de El lector de Julio Verne firmado. Y aguanté una larga espera con un calor bochornoso pero cuando me tocó el turno resultó muy agradable intercambiar algunos comentarios, por breves que fueran, con Almudena.
  
Volviendo a este año. Como la visita del sábado resultó tan poco gratificante, no tuve más remedio que volver una tarde de diario (las mañanas deben ser una delicia reservada a los jubilados y a los no sujetos a horario laboral tradicional). En mi contra llevo el cansancio acumulado del día y la ventaja inestimable de que la Feria es transitable.

¡Qué placer recorrerla con calma! Aquí me paro y ojeo, por aquí paso de largo, vuelvo sobre mis pasos, voy a contracorriente, cruzo al otro lado. Compro mucho menos de lo que me gustaría, porque el presupuesto no da para más y no me llevo ningún ejemplar firmado, pero he pasado una tarde deliciosa.


Y como manda la tradición, la visita se cierra con una parada en la que recuperar los líquidos perdidos, descansar los pies y por fin, abrir y curiosear cada una de las nuevas adquisiciones, bajo la sombra de los plátanos.

¡Hasta el año que viene!



viernes, 14 de junio de 2013

Los nadies, de Eduardo Galeano


Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.





Los nadies forma parte de El libro de los abrazos de Eduardo Galeano.




Ojala que llueva a cántaros la buena suerte para los nadies, o café para que todos los niños canten en el campo.

Y ahora que por fin parece que la lluvia (la de agua corriente y moliente) nos abandona y podremos empezar a poner los ombligos al sol os deseo un ¡feliz fin de semana!

sábado, 8 de junio de 2013

El alma traigo prendida con alfileres…


No sé desde donde me vienen ahora estas palabras, no recuerdo donde he podido leerlas, pero siento que ahora son mías y creo que es la misma pena negra que la desgarra lo que aún la sostiene. Y quiero gritarla, escupirla y sacarla fuera, que acabe de desprenderse de una vez para quedarme vacío y así, como un simple envoltorio arrugado y sucio, dejar que el viento me arrastre sin rumbo ni metas.

Quiero borrar las últimas horas, los últimos días, quiero quedarme sólo con aquella cara de niña que quiere dejar de serlo, con tu risa explosiva, con tu cuerpo enfundado en aquellos vaqueros que se pegaban a tu culo para darle la forma precisa que se ajustaba a mi mano como si esa fuera su única razón de ser.

Dónde han quedado los versos cursis que te escribí, las rosas con las que pretendía comprar tu perdón, el peluche del aquel aniversario. Dónde irán a parar las largas horas de conversaciones y silencios...

¡A nuestra casa aún le faltan paredes! Las flores del jardín aún están abriéndose y un montón de adoquines aguardan para empedrar nuestro camino. ¿Qué voy a hacer con esta cáscara vacía, con los cascotes de nuestra vida?

Quiero negarlo cien, un millón de veces. Quiero dormir y creer que despertando va a acabarse la pesadilla. Pero la oscuridad que me rodea es cierta, el silencio está aquí. Ya me duelen los ojos de no verte, se ha hecho inmenso el hueco de tu voz y miro estas manos absurdas que aporrean las teclas intentando conjurarte con palabras inútiles y sólo consiguen sacar a jirones recuerdos perdidos...

Las sombras se extienden por la casa silenciosa. Sólo el resplandor tenue del monitor del ordenador permite vislumbrar la figura abatida de un hombre, los hombros hundidos, sacudidos por los sollozos, y las manos inertes sobre el teclado. El tiempo ha perdido su forma, ha dejado de contar para Fernando. Lleva horas allí sentado.

De repente sus manos vuelven a pulsar las teclas durante un momento. Se levanta despacio y recoge el recipiente metálico que había quedado a un lado del escritorio. Con él en brazos se encamina hacia el salón para sentarse entre la sombras frente a la pantalla oscura del televisor.

En la otra habitación, sin embargo, la pantalla del ordenador permanece encendida, y allí, destacando sobre el fondo blanco, las últimas palabras escritas por Fernando parecen temblar ligeramente al pie del documento:

aquellos versos tan cursis,

Perla de mi joyero,
Azúcar de mi azucarero,

                            …solo un puñado de cenizas que se cuelan entre mis dedos.


Sin un solo ruido la pantalla también se oscurece.


Al otro lado de las ventanas, hace rato que cayó la noche, pero en las calles las farolas siguen alumbrando, un hombre con andares de anciano pasea un perro y los coches circulan a toda velocidad. Se ve que hoy algunos tienen prisa, el partido del año está a punto de empezar y quieren llegar a casa a tiempo.


lunes, 3 de junio de 2013

Menorca


Las cálidas y transparentes aguas del Mediterráneo os esperan con los brazos abiertos si os animáis a viajar hasta Menorca. Un mar de colores maravillosos y playas de arena blanquísima en la que tumbarse a dejar pasar el tiempo sin prisa.

Menorca es una isla preciosa que puede abarcarse con facilidad en unas vacaciones y si no tenéis la mala suerte de pillar una espantosa ola de calor podréis disfrutar con cada excursión y cada visita.

Playa de Sa Mesquida
Sus playas y calas son sencillamente maravillosas. Algunas son fácilmente accesibles con coche pero para llegar a otras tendréis que meter el coche por estrechos caminos, dejarlo a cierta distancia y acabar el recorrido a pie. Hay muchísimas para elegir. La foto con la que empezamos el viaje el viernes es de Cala en Turqueta.

Como os comentaba una buena idea puede ser hacer alguna de las excursiones en barco que te permiten verlas desde el mar. Hay una buena oferta para visitar tanto la costa norte como la sur. Nosotros hicimos dos recorridos. Uno desde el puerto de Mahón para recorrer la costa norte, con mas acantilados y menos calas, pero una preciosidad en cualquier caso y otra desde Cala'n Boch, cerca de Ciudadela para ver la costa sur. En este recorrido se sucede una cala tras otra a cual más hermosa.



CIUDADELA                                                                                          


Calle de Mahón
Fortaleza de La Mola
Puerto de Mahón
Ciudadela y Mahón, son pequeñas ciudades llenas de encanto por las que da gusto pasear. 


Pero también hay pueblos pequeños que merecen una parada como Fornell o Bibineca, curioso y cuidado pueblo blanco de estrechas callejuelas donde piden así silencio a los visitantes.

Naveta des Tudons
Taula en Torretrancada
Por supuesto es imprescindible conocer los restos de la cultura talayótica. Hay unos cuantos poblados y yacimientos. Nosotros visitamos la Naveta des Tudons, y los poblados de Torretrancada con su taula y el  de Torre d'en Galmes al que corresponden las fotos del viernes. Hay más, todo depende del interés que despierten en vosotros.

Podemos subir al pico más alto de la isla, El Toro, en el que nos encontramos con el santuario de la virgen del monte Toro, patrona de la isla, y disfrutar además de una extensa vista de Menorca. También podemos perdernos un poco por las distintas carreteras y caminos para descubrir espacios como el cabo de Caballería y su faro y si puede ser, mejor a última hora de la tarde para contemplar una espléndida puesta de sol. O desde el faro de Punta Nati, no es tan espectacular pero también es muy agradable

Faro de Punta Nati
¿Qué más se puede pedir? Yo quedé encantada con esta isla, con sus playas de arena blanca y ese color turquesa de sus aguas. Sólo tuvimos la pequeña contrariedad (previsible por otro lado en el mes julio) de que el viaje coincidió con una ola de calor que nos hizo pasar algún que otro mal rato cuando visitamos la fortaleza de La Mola y Mahón o los yacimientos arqueológicos, además no tuvimos la precaución de alquilar un coche con aire acondicionado y lo echamos de menos. 

Sólo me queda poner la insignia de viajera del mes a María Pilar Moreno por haber sido la primera en acertar con el destino sin dudarlo. Como finalistas se destacan Mari que duda entre Ibiza y Menorca y Framboise que acierta con el archipiélago pero se queda con la hermana mayor: Mallorca. 

A todos muchas gracias por acompañarme en este viaje y os espero en el siguiente.