¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

jueves, 31 de enero de 2013

De casa al trabajo, del trabajo a casa. ¿Qué hacemos en el camino?


Siempre estamos intentando cuantificarlo todo y así, calculamos las horas que le dedicamos al trabajo, a la familia, a las tareas domésticas, al ocio o a dormir. ¿Y el tiempo que invertimos cada día en ir y volver del trabajo?. Si me consta que para determinadas circunstancias se presume como tiempo de trabajo, pero para lo que viene al caso, no lo es. 
¿Es un simple incordio, un tiempo perdido e inútil, una auténtica tortura o una oportunidad para la reflexión? Pues supongo que hay para todos los gustos o disgustos, pero es probable que para muchos de nosotros suponga una buena porción de nuestras vidas.

Si te toca conducir no hay más vueltas que darle, hay que aprovechar el rato para hacer listas: de la compra, de deberes, de temas a tratar o de las llamadas que no se te pueden olvidar. También es un buen momento para  repasar lo que vas a decirle al jefe en cuanto entre por la puerta, lo que vas a decirle al compañero que ayer te tocó las narices, lo que se te ha olvidado decirle a tu marido o a tu hijo o al compañero de piso antes de salir de casa. Recordar, que un día más, se te ha olvidado coger el libro que te prestó Susana y que terminaste hace diez días. Hacerte, un día más, el firme propósito de acostarte más temprano porque así no puedes seguir. El sueño se empeña en seguir aferrado a tus ojos y al cerebro aún le cuesta desprenderse de las telarañas, a pesar de la ducha, a pesar del café y a pesar de los pitidos del impacientetontodelculo del coche de atrás.

Si lo que utilizamos no es el coche propio sino los medios de transporte públicos nos encontramos con ventajas e inconveniente en relación con el coche particular.
Veamos, conducir provoca estrés, pero esperar en una parada de autobús, metro o tren a que éste llegue también. En el primer caso se requiere un mayor grado de atención y alerta que obliga a nuestro cerebro a espabilarse antes. En el segundo se requiere un mayor esfuerzo físico para ganar el espacio necesario en el que apoyar los pies y vencer la natural resistencia de los que ya han conseguido la posición antes que tú. Si puedes librarte de lo peor de la hora punta en los dos casos se consigue una notoria mejoría, aunque en este caso gana el conductor. El sufrido usuario del transporte público aunque tenga espacio suficiente a su alrededor o incluso haya ganado plaza de asiento puede ver su comodidad comprometida por los compañeros de viaje que le toquen. Conversaciones que a esas horas de la mañana siempre parecen producirse en un tono demasiado alto, el ritmo machacón que se escapa de los auriculares del que va a tu derecha o aquel que llevas sentado enfrente que no se ha dado cuenta de que no se encuentra en el sofá de su casa.

Por otro lado el transporte público te brinda la oportunidad de intentar un somero estudio antropológico en cada viaje a base de observar comportamientos, atuendos y actitudes.
Los más madrugadores que buscan cualquier apoyo para echar una cabezadita, los que no paran de hablar por el móvil o de mover los pulgares sobre él, los que llevan entre las manos un periódico o un libro, cada vez menos de papel y más electrónicos, los que aprovechan para estudiar, para corregir exámenes, para maquillarse o para comer algo. Muchos son los que no hacen nada especial y les resulta más difícil encontrar acomodo para las manos y para la mirada, que excepto que tengas ventanilla y algo que mirar a través de ella, debe vagar de un punto a otro sin pararse en nadie en concreto durante mucho tiempo.

Desde evaluar la conveniencia de un tinte, el estilo de un corte de pelo o el trabajo de un peinado muy elaborado a hora tan temprana, hasta hacer un estudio de los distintos tipos de calzado (en determinadas épocas puedes encontrar unas sandalias veraniegas al lado de unas botas forradas de borreguito), pasando por calcular cuántos no llevan pantalón vaquero, todo puede ser digno de estudio.

El problema es que cuando el viaje se hace dos o mas veces al día, cinco días a la semana, durante digamos unas cuarenta y ocho semanas al año, y no digamos ya durante cuantos años, te cansas de los estudios antropológicos y del paisaje y de las listas y de los propósitos. Por eso yo, como usuaria veterana del transporte público, me encuadro en el grupo humano que distrae ese tiempo con un libro en la mano. Es de hecho uno de los escasos momentos del día que puedo dedicarle a los libros.

Si las circunstancias no favorecen la lectura (dícese de la imposibilidad física de sacar y sostener un libro provocada por la acumulación de cuerpos que se ven obligados a compartir vagón en estrecha compañía) mi maltrecho cerebro privado de lectura tendrá que optar en primer lugar por maldecir la causa (sea ésta cual sea) que me impide dar rienda suelta a mi vicio y después, sin ningún orden especial, pueden empezar a darse todas las demás posibilidades ya nombradas, quedando generalmente en último lugar, agotadas todas las demás, la del estudio antropológico, más o menos detallado, en función del tiempo que dure la aglomeración y de la densidad de ésta.

¿Creéis después de todo lo expuesto que  estos periodos son tiempo perdido? Yo diría que no. Seguramente las listas hechas mentalmente se borren sin dejar apenas huellas, los propósitos no pasen de la puerta de la oficina, del taller, del colegio, de… donde sea que llegues, quizá consigas hacer alguna llamada, aunque seguramente la más importante e imprescindible se te olvide por completo, tampoco el estudio y observación del prójimo acabará en alguna conclusión medianamente digna de ser nombrada, pero llegarás al trabajo con la cabeza despejada por efecto del entrenamiento previo y los nervios y el estrés de la conducción o de la lucha cuerpo a cuerpo te habrán preparado para enfrentarte a todo lo que te depare la jornada laboral.

A la vuelta es otra cosa, con el paso y el peso de las horas nuestro cuerpo y nuestro espíritu es menos proclive a considerar ese periodo como tiempo útil. De forma  recurrente es el momento en el que yo me pregunto por qué aún ningún cerebro privilegiado ha sido capaz de inventar y desarrollar la teletransportación.

En fin, que mientras eso no sea posible y me temo que los nietos de mis nietos tampoco asistirán a semejante prodigio, no hay otra que volver a repetir la experiencia. Si bien el menú de pensamientos sublimes presentará algunos cambios en relación con los matutinos, seguro que su utilidad sigue siendo vital para el buen desarrollo del día. Y la lectura tanto de ida como de vuelta, para quien pueda permitírsela, no solo hará llevadera la necesidad de trasladarnos de un sitio a otro sino que incluso se tratará de un tiempo de evasión y disfrute entre las distintas obligaciones diarias.

Que sí, que para pensamientos sublimes ya tenemos el baño y para leer, como en el sofá de casa, en ningún sitio, pero es que esta mañana no he podido leer en el tren y esto es lo que ha dado de sí el viaje. 


domingo, 27 de enero de 2013

Se me olvidó otra vez

                                                                                



La cabeza apoyada en el cristal frío de la ventana, la mirada perdida más allá, mucho más allá de lo que se dibuja al otro lado...

...por las ocasiones perdidas

...por las ilusiones que quedaron en el camino

¿Dónde quedó esa mirada, ese gesto, que te asaltan de repente arañándote el alma?

Una lágrima traicionera se desliza sin ruido por la mejilla.

miércoles, 23 de enero de 2013

Nostalgia lectora

Buscando información sobre un libro que leí de niña me encontré en el todopoderoso Google justo con un ejemplar idéntico al mío. Se trata de una edición del año 1973 y está a la venta en una página para coleccionistas. Con curiosidad he empezado a teclear títulos de aquel tiempo y para mi sorpresa he dado con un buen número, y no me refiero a ediciones posteriores sino a las mismas que permanecían adormecidas en mi recuerdo.

La nostalgia estaba servida.

No conservo ningún libro de los que leí entre los… 8 años más o menos y los 14. La gran mayoría porque eran de mi hermana mayor que tuvo la ocurrencia de casarse y marcharse a otra ciudad llevándose sus libros, y los que eran de mi propiedad acabaron en la misma ciudad y en la misma casa porque se los llevé yo misma, años más tarde a mi sobrina, para incentivar en ella la lectura.

Mis posibilidades de comprar libros eran limitadas y la de recibirlos como regalo aún más. Al contrario que ahora que tengo los libros haciendo cola a la espera de ser leídos, por entonces releía mucho y llegó el momento en que cuando llegaba el pedido que mi hermana había hecho a Círculo de Lectores no podía soportar la impaciencia y saltándome las normas los leía antes que ella. Al principio los cogía a escondidas para evitar la bronca, pero acababa pillándome. Al cabo de un tiempo se rindió y la condición era que tenía que dejárselos en cuanto ella me los reclamara.

A partir de los 14 y con los libros de mi hermana fuera de mi alcance no tuve más remedio que buscarme la vida y con el compromiso de que yo me los pagaría ahorrando de mi paga semanal, tomé el relevo y me suscribí al Círculo de Lectores. Desde entonces los conservo todos pero de los anteriores sólo me queda el recuerdo.

No he podido resistirlo y rescatándolos del olvido he seleccionado unas cuantos que señalan de una forma mas o menos aproximada el camino que de libro en libro fui trazando durante esos años. Las huellas que me dejaron algunos de esos libros no las ha borrado el largo tiempo transcurrido y permanecen frescas y vivas en mi memoria por encima de muchas otras lecturas posteriores.

Si os apetece acompañarme en este paseo a través del tiempo a lo mejor os encontráis con alguno de esos título que acumulan algo de polvo en el fondo de vuestra estantería.

¿Os acordáis de las aventuras de Los Cinco? Seguro que aquí coincidimos más de uno.

Después de los cuentos, el primer libro que leí fue Los cinco en peligro. ¿No os preguntabais a qué sabría la cerveza de jengible?


Y este el primero que yo compré. Mi afán era completar la colección pero no lo conseguí.

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Para contrarrestar el espíritu aventurero podía echar mano de esta colección de la editorial Bruguera que intercalaba algunas páginas con ilustraciones. Eran más "propios" de niñas pero yo disfrutaba más los anteriores. 



Descubrí a Julio Verne con otro de esta misma colección.








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No sé en que momento pasé de las aventuras de Los Cinco y de las historias de princesas a José Luis Martín Vigil. Un sexo llamado débil me llevó hasta Bilbao para mostrarme la diferencia que mediaba entre vivir en Neguri o en la margen izquierda de la ría, en Baracaldo y a sus protagonistas, Coro, Paula y Baby las recuerdo casi como a viejas amigas del colegio.


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No todo eran lecturas heredadas de mi hermana, también mi hermano, un año mayor que yo, aportó su granito de arena cubriendo los huecos que inevitablemente quedaban entre libro y libro con las novelitas de Marcial Lafuente Estefanía y la coleccion Azañas Bélicas. Teniendo tres o cuatro no te faltaba lectura, una vez acabadas iba a cambiarlas por otras.

Yo prefería las de la Segunda Guerra Mundial a las del oeste. Con ellas conocí al Zorro del Desierto y me metí en las selvas de las islas del Pacífico.




Los tebeos también llegaban a casa de mano de mi hermano. Mis preferidos siempre fueron Mortadelo y Filemón y un número dedicado a los monstruos de toda la vida: Frankenstein, Drácula, etc. el  primero que me hizo reír a carcajadas.













Probablemente después de unos y otros se pasó, mi hermano, a los misterios de Agatha Chistie y yo detrás.

No recuerdo sin embargo ningún título concreto, quizá porque se me confunden con las películas basadas en ellos que he visto posteriormente. Los que pasaron por mis manos pertenecían a esta colección y me gustaban más los protagonizados por Miss Marple que los de Hércules Poirot.











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De las tres novelas siguientes probablemente las dos primeras las comprara mi hermana después de ver la película en el cine. Yo leí primero los libros. En el caso de Pelham, uno, dos, tres, mi hermana debió ver la versión de 1974 y yo he visto la de 2009. De La aventura del Poseidón también hay dos versiones cinematográficas. A mí me gusta la de 1972, que evidentemente vi mucho después en la televisión. 



Y la crudeza de las historias reales la descubrí con estos dos títulos.

El Diario de Ana Frank me impresionó particularmente. La primera historia que me hizo llorar.





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Un verano, puedo calcular que rondando los trece años, intenté leer El exorcista, pero tras un par de noches  en las que las pesadillas no me dejaron dormir, tuve que rendirme. Creo que es el principal culpable de que no soporte el género de terror.



Al otro lado y como contrapunto, el primero que me hizo reír con ganas.








Estos estuvieron muy de moda durante un tiempo. Historias sobre adolescentes con problemas: reformatorios, drogas, cáncer... 
Estos eran míos, pero les tengo perdida la pista.
El que sí era de mi hermana y uno de los primeros de Círculo de Lectores que entraron en casa es Nacida Inocente que creo que fue el que inició "la moda".

De esta última etapa unos han tirado de otros y he rescatado estos cuatro como muestra. María de Jorge Isaac también fue de los primeros de Círculo y recuerdo que me costó acabarlo. Un saco de cánicas otro contacto con el holocausto. Siete años de cárcel me impresionó bastante y Mi amor ciego, no es lo que parece. 



Dejo para el final dos que tuve que leer a escondidas no por impaciente sino porque mi hermana consideraba que eran un poco subidos de tono para mi edad. A mí no me causaron ningún trauma. 

De Orgullosa Raquel no recuerdo mucho, excepto que no era para tanto misterio. 

Belle de Jour me cautivó.




Termino con una novela que he releído varias veces porque en este caso, aunque mi hermana se llevara el primero que leí (la imagen corresponde a ese primero que he encontrado en mi buceo nostálgico) yo compré posteriormente una edición de bolsillo para mí. 
Tiene este libro un puesto de honor en mi memoria, porque me metí tan de lleno en la historia que cuando llegué al final, prácticamente no podía leer las últimas páginas porque lloraba ¡a moco tendido! 
Además del contexto histórico  y social en el que se desarrolla que me resultaron interesantísimos, la relación entre Kira, Leo y Andrei es una de las más bellas historias que me he encontrado nunca. Si la hubiera leído con veinte o con diez años más quizá no me hubiera conmocionado tanto, pero era una jovencita de trece años con la sensibilidad a flor de piel.


¿Habéis leído Los que vivimos de Ayn Rand

¿Cuál es el libro que más os marcó a vosotros en aquellos años? Me encantaría que me contarais algo de vuestra experiencia juvenil.


No están todos pero si son una muestra representativa de mis lecturas infantiles y juveniles  y tienen la particularidad de que no conservo ninguno de ellos.
Las imágenes han salido todas de internet y se corresponden con las ediciones que leí en su momento. 



domingo, 20 de enero de 2013

Traspaso del premio LIEBSTER AWARD


El sábado pasado Concha del blog De lector a lector me concedió el premio LIEBSTER AWARD, un premio dirigido a blog que cuentan con menos de 200 seguidores con el objeto de ayudarles a ser un poco más conocidos.
Me hizo mucha ilusión verme en aquella lista y agradezco muchísimo a Concha que se acordara de mi blog como merecedor de este sello por el privilegio que supone ser dado a conocer por otros compañeros de andanzas blogueras.

El premio conlleva una serie de condiciones para aquellos que lo reciben. He dudado mucho sobre qué hacer al respecto. Llevo una semana dándole vueltas al tema y aunque la solución adoptada finalmente quizá no sea la más satisfactoria es la que creo más justa. Por un lado me apetecía hacer público mi agradecimiento a Concha por acordarse mi y también quería colaborar para que este premio siguiera circulando y cumpliendo con su objetivo de reconocimiento. Por otro lado, aunque suene a excusa barata, dispongo de un tiempo muy limitado para dedicarle a esta ocupación que me absorbe muchísimo más del que podía suponer y cumplir con todos los requisitos se me hacía muy cuesta arriba.

Entiendo que el objetivo de las preguntas y las condiciones es darnos a conocer pero sinceramente prefiero que me vayáis conociendo por las tertulias compartidas, los comentarios intercambiados y por todo aquello que se va filtrando entre café y café. No sabría qué decir sobre mí, ni qué preguntas reformular.

Por todo esto he pensado que lo mejor sería actuar de puente y  limitarme a traspasar el premio a otro blog con menos de 200 seguidores que considero que es un digno merecedor de él y quizá una mejor oportunidad para que siga circulando.
El blog elegido es: PORQUE NOS GUSTA NUESTRO PUEBLO, administrado por Rafaela

Las condiciones del premio son estas:
  • Nombrar y agradecer el premio al blog que te lo concedió.
  • Responder a las 11 preguntas que te formule
  • Enumerar 11 cosas sobre ti
  • Conceder el premio a 11 blogs con menos de 200 seguidores
  • Formular 11 preguntas para que respondan los bloggers a los que les concedes el premio
  • Visitar los blogs que han sido premiados junto con el tuyo
  • Informar a los blogs de su premio.
Traspaso las preguntas de Concha:
  1. ¿Te acuerdas cuál fue el primer libro que leíste?
  2. ¿Cuándo inauguraste tu blog?
  3. ¿A qué dedicas tu tiempo libre?
  4. ¿Qué harías para aumentar los seguidores de tu blog?
  5. ¿Libro favorito?
  6. ¿Autor favorito?
  7. ¿Cuál es el último libro que has leído?
  8. ¿Película favorita?
  9. ¿Cuál es la última película que has visto?
  10. ¿Dónde te perderías?
  11. ¿Un sueño por realizar?
Hace cuatro meses que inicié este espacio y hasta hoy se han sumado 49 seguidores. Alguno habrá que llegó y no ha vuelto, otros que llegan y no dejan huella y otros que pasan a menudo y dejan un comentario, haciendo más rico e interesante este sitio. Me gustaría, por supuesto, que ese número siguiera creciendo pero, mas que a un número alto de seguidores, aspiro a tener acompañantes en este camino que pasen de cuando en cuando a compartir un café y si les apetece, un rato de charla. 

Agradezco de verdad el premio recibido, ¡aunque sea un desastre recogiéndolo!

¡¡Aquí os espero!!

viernes, 18 de enero de 2013

Tu risa. Pablo Neruda



Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa, 
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas 
las puertas de tu vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño, 
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los  cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nuna
porque me moriría.




miércoles, 16 de enero de 2013

Las tres heridas. Paloma Sánchez-Garnica



SINOPSIS

   Ernesto, un escritor siempre a la búsqueda de su gran obra, encuentra una antigua caja de latón que contiene la fotografía de una joven pareja, Mercedes y Andrés, junto con unas cartas de amor. Comenzará a indagar en la historia de la pareja a través de los datos que obtiene de las cartas. La intrigante imagen, tomada el día que empezaba la guerra civil, y el posible destino de sus dos protagonistas le ayudarán a escribir su gran novela mientras se convierte en testigo de las heridas del amor, de la muerte y de la vida. 

   Las tres heridas es una novela de reconciliación, de sentimientos, de amores y de ausencias que nos descubre las únicas razones por las que es importante vivir y morir.


   Desde el primer momento tuve claro que iba a leer este libro. Desde que vi la portada, desde que leí su sinopsis. Muy mal tenían que haber pintado las reseñas para hacerme cambiar de opinión. Y no fue así. Con cada opinión, sin querer saber más de la cuenta sobre lo que podía encontrar, aumentaban mis deseos de leerlo. La novela histórica en general se encuentra entre mis preferencias lectoras y la guerra civil en particular despierta siempre mi interés. 

   Es un acontecimiento crucial en nuestra historia reciente que forma parte de la memoria de nuestros abuelos, de nuestros padres y de forma más indirecta también de la nuestra. Historias a media voz, historias de penas, de calamidades… Cuantas veces no habré escuchado en casa a la hora de comer cada vez que a alguno se le ocurría quejarse de la comida puesta sobre la mesa: ¡una guerra os daba yo! Y esa frase cerraba el paso a cualquier otro comentario de protesta. 


   Durante un tiempo, quizá como rechazo natural a todo lo que proviniera de los padres, no quería saber nada de la guerra, no quería oír lo privilegiados que éramos por no haber tenido que pasarla, que esgrimieran sus carencias cada vez que tú pedías algo que creías que todos los demás de tu entorno disfrutaban. No sé precisar en que momento cambió mi forma de pensar, aunque es más que probable que ocurriera a medida que abandonaba la adolescencia para entrar en una cierta madurez, la suficiente al menos, para dejar de mirar solo hacia mi ombligo y tomar algo de conciencia del mundo que me rodeaba. 

   Ahora es un tema que no me cansa. Sigo queriendo saber más, conocer distintos puntos de vista, distintos escenarios, historias que fueron reales o que bien pudieron serlo. Para intentar comprender mejor qué ocurrió, cómo ocurrió, qué pensaban, qué sentían, cuáles eran sus motivaciones, o simplemente cómo sin comerlo ni beberlo se encontraron metidos en una guerra que no era la suya, que no entendían, que no deseaban y que tuvieron que sufrir. 

   Las tres heridas de Paloma Sánchez-Garnica es una historia sobre lo que la guerra civil le hizo a una inmensa mayoría de gente de este país. Sobre las heridas que provocó, esas heridas de amor, de vida, de muerte, que contaba Miguel Hernández en su poema y que han servido de título a la novela. 

   Mercedes y Andrés viven en Móstoles, un pueblo, entonces pequeño, en los alrededores de Madrid. Son jóvenes, están esperando su primer hijo y no saben ni quieren saber de política. Andrés trabaja con su hermano un pedazo de tierra heredada de sus padres, solo aspira a mantener a su familia y trabajar en paz. Mercedes como la mayoría de las mujeres de aquel tiempo, se ocupa de atender su casa y espera ilusionada la llegada de su hijo. Cuando acuden a hacerse una foto ante la fuente de los Peces no pueden ni sospechar que lo que está provocando el revuelo que encuentran en la plaza del Pradillo cambiará el curso de sus vidas. 

   En Madrid, la familia Cifuentes, que por tener una posición acomodada se alinea en el conflicto del lado de los sublevados, también verá su vida trastocada por el descontrol y el desorden que provoca la sublevación en la capital, sobre todo en los confusos primeros días, en los que cualquier ciudadano por el mero hecho de apuntarse a una milicia adquiere junto con un arma la impunidad para usarla a su antojo sobre todo aquel que simplemente por su aspecto quieran calificar de sospechoso. Mario y Teresa, los hijos mayores, serán a quienes mejor conozcamos y los que se verán más afectados por el conflicto.

   Sus historias, ligadas entre sí, serán las que nos sirvan para conocer un poco mejor lo que pasó en Madrid y en sus cercanías en esos primeros meses de la guerra y cuando por fin ésta acabe podremos comprobar hasta que punto ha trastocado sus vidas. 

Paloma Sánchez-Garnica intenta ofrecernos esta historia de forma objetiva, sin posicionarse ni decantarse a favor de unos u otros. Intenta mostrarnos cómo aflora la barbarie en estas situaciones independientemente del lado en el que cada uno decida luchar. Cómo bajo el paraguas de la guerra se aprovechó para ventilar asuntos personales, ajustar cuentas pendientes, rencillas de vecinos y deseos de revancha que unas veces tienen motivaciones políticas y otras no. 

No intenta la autora decirnos quienes fueron los buenos y quienes los malos en esa guerra fratricida. Sino que nos muestra que hay seres humanos de mejor y de peor calaña con independencia de la ideología que se tenga o de la posición que el destino les asigna en una situación que no siempre pueden controlar. 

   Para contarnos esta historia recurre Paloma Sánchez-Garnica a Ernesto Santamaría, un escritor en ciernes que se siente impelido a descubrir que fue de aquella pareja que le mira tantos años después desde una vieja fotografía tomada cuando la guerra acababa de dar su primer paso. Con él iremos rescatando de forma desordenada distintas piezas que poco a poco tendremos que ir encajando con el resto de la historia narrada en tercera persona de forma lineal y que se sitúa en Madrid al inicio de la guerra. Así se van a ir  alternando las dos tramas, desde el frió mes de enero de 2010 en el que vive Ernesto al bochornoso verano del 36, en un curioso contraste. 

   Una de las cosas que más me ha gustado de esta novela es que nos cuenta de forma muy pormenorizada aspectos de la vida corriente que nos dan una idea muy cercana de cómo debió ser vivir en Madrid en esos primeros meses de guerra. Las dificultades para encontrar comida, las colas, el miedo a las bombas, las delaciones entre vecinos, el miedo a registros imprevistos, las detenciones arbitrarias, la incertidumbre de no saber dónde se han llevado a tu marido, a tu hijo o a tu hermano, ni por qué.

  Las tres heridas es una historia conmovedora que no creo que pueda dejar a nadie indiferente porque en ella desfilan personajes que nos harán sentir su angustia y su miedo, su dolor, su esperanza y su desesperanza. Encontramos también, como no, otros personajes que nos provocarán rechazo y antipatía desde el primer momento y hasta el final por su mezquindad, por su egoísmo, su falta de piedad y su crueldad. En algún caso podremos entender comportamientos y actitudes aunque no las compartamos.

   Asistiremos a la evolución que se produce en los personajes y veremos en definitiva como la guerra civil pasa por encima de todos ellos y de sus vidas sin necesidad de señalar culpables, aunque no todos sean igual de inocentes. 

   No creo que nadie pueda salir indemne de una guerra como la que se vivió en España pero tampoco hay ninguna duda de que a algunos les tocó perder mucho más que a otros.

*** *** ***
No puedo acabar sin mencionar que a pesar de haber leído con anterioridad en alguna reseña los problemas que presentaba la primera edición, cuando compré mi ejemplar en la Feria del libro no reparé en ello y me traje a casa un libro que no debería haberse puesto  a la venta. Me resulta inconcebible que un libro pueda pasar por una editorial como Planeta y salir publicado sin haber pasado por un proceso de corrección adecuado. En algunas páginas y en algunos párrafos la lectura llega a hacerse francamente molesta por la acumulación de faltas ortográficas y gramaticales. Una auténtica lástima que ha empañado la lectura de una historia que merecía mejor trato.

domingo, 13 de enero de 2013

Sello incentivo a la lectura


Entre los días de descanso que me tomé a primeros de años y el retorno al trabajo llevo un mes de enero un poco distanciado de la actividad bloguera.

Espero acabar pronto con mi dispersión y encontrar tiempo y tranquilidad para volver a retomarlo con un poco de continuidad. Ahora mismo tengo varias entradas empezadas pero no consigo centrarme como para cerrar ninguna. Sin embargo tengo una pendiente que he decidido que de hoy no pasa.

Porque este blog no podría haber empezado mejor el año 2013. 

 ¡¡ha recibido su primer premio!!


o mención, no sé bien como debo llamarlo. Me llegó el 3 de enero desde el blog  SUSANA DESEO LIBROS y se trata del SELLO INCENTIVO A LA LECTURA.

Me hizo muchísima ilusión y lo primero es darle las gracias a Susana por acordarse de este rincón donde pretendo compartir cafés, lecturas y otros desvaríos.

Supongo que el objetivo es darnos a conocer unos blog a otros de entre los que compartimos esta afición por los libros. No se si voy a cumplir con corrección con los requisitos establecidos porque se supone que yo a mi vez debo nominar a otros diez blog a los que considere merecedores del Sello. En el tiempo que ha pasado desde que yo recibí esta mención he visto como se ha ido propagando por prácticamente todos los blog que sigo dedicados al mundo de la literatura. 
Algunos de esos blog son sobradamente conocidos por todos y es posible que incluso lo tenga "repe" así que yo se lo ofrezco a todos aquellos de los que soy seguidora, que no le haya llegado por otra vía y quiera recoger el testigo para seguir la rueda. 

Otro requisito es recomendar un libro para alguien que se inicia en la lectura.
¡¡Buff!! esto así en general es dificilísimo. No creo que haya ningún libro especialmente recomendado para iniciarse en la lectura que valga para todos. 
Pienso que no hay mejor manera de iniciar a alguien en la lectura que leerle un cuento antes de ir a dormir, es decir, desde niños y desde antes de aprender a leer. En este caso cualquier cuento contado con interés y rematado por un beso, será bueno. 

Seguramente no he seguido bien el protocolo, pido disculpas si mi torpeza en la recogida y continuación del Sello hacen desmerecer la intención del quien me lo otorgó, la responsabilidad es solo mía. 

No hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño que lee. Günter Grass

jueves, 10 de enero de 2013

Aunque ya no pueda verte



Con estas notas me despedí de ti.
En ellas te quedaste enredada
y a ellas acudo  
cuando quiero traerte a mi lado.

Tu sonrisa 
y tus manos,
tu voz...
la última tarde 
que pase contigo.

Estás aquí, 
estás ahora,
aunque ya no pueda oírte,
aunque ya no pueda verte.

domingo, 6 de enero de 2013

Día de Reyes


A todos nos gusta escribir la carta a los Reyes Magos y abrir luego nuestros regalos para encontrar justo lo que habíamos pedido y quizá alguna sorpresa inesperada.
La fiesta, sin embargo, adquiere su verdadero significado al lado de los niños. ES SU FIESTA y vivirla a su lado es una experiencia única. Como todos los niños saben los Reyes son Magos y para ellos todo o casi, casi todo es posible. Vivir esa ilusión con ellos se convierte en nuestro mejor regalo. Además por una noche podemos convertirnos en reyes y en magos ¿a quien no le gusta ese papel?

La magia comienza la tarde del día 5. Hay que asistir a la Cabalgata para ver a los Reyes Magos con nuestros propios ojos. Y por supuesto para coger caramelos, de los que sólo nos comemos uno o dos, porque lo importante es el rato que se pasa intentando atrapar un buen montón.
Más tarde conforme se acerca la noche crecen los nervios y la expectación. Hay que preparar un cubo grande con agua para los camellos y dejar un polvorón y una copita minúscula de licor para cada uno de los Reyes.

Recuerdo especialmente un año en el que mi hijo todavía no sabía escribir. Estaba muy preocupado pensando que los Reyes no iban a saber lo que debían hacer con todo lo que acabábamos de preparar y no sabía como resolverlo.
Yo le decía que no hacía falta explicarles nada porque ellos, que son muy listos, ya sabían como tenían que hacer las cosas. Era tarde y tenía que irse a dormir pero no se quedaba tranquilo con mis explicaciones.

"¡Es que a lo mejor no se dan cuenta de que el agua de ese cubo es para los camellos!"

Al fin encontró la solución, les iba a hacer un dibujo, como un plano, con las instrucciones.
Allí estuvo un buen rato, arrodillado sobre la alfombra, dibujando con un bolígrafo azul un esquema con el cubo grande al lado de un (más o menos) camello. Tres vasitos y tres polvorones, uno con cada rey, todo con sus flechas para que no hubiera dudas.

Para él era trascendental y para nosotros un momento irrepetible. Verle inclinado sobre el papel, concentrado en su dibujo, preocupado porque pudieran entenderlo. Y al acabar verlo tan satisfecho y tan a gusto dejando su dibujo sobre la mesita, junto a los vasitos y los dulces. Ya podía acostarse tranquilo, confiado en que los Reyes iban a irse de su casa tan contentos después de dejarle sus juguetes.

Cuando consigues que se vaya a la cama y se duerma, empieza la jornada especial de los reyes-padres. Primero esperar un tiempo prudencial antes de rescatar de su escondite todos los juguetes. No todos están envueltos, hay que adornarlos y resolver dudas trascendentales:

¿Qué hacemos con el triciclo? Habría que dejarlo montado pero ¿cómo lo envolvemos?

Con el mayor sigilo posible hay que montar el triciclo o el pupitre o la bicicleta y ponerle un gran lazo, porque eso no hay quien lo envuelva. Cuando acabas de colocar todos los paquetes y de ponerles sus correspondientes etiquetas estás agotado y ya no puedes hablar de noche, sino de madrugada.

¡Y aún hay que tomarse el licor y comerse los polvorones!

La recompensa llega por la mañana, aunque sea muy de mañana y te cueste abrir los ojos.

¡Mamá! ¡papá! ¡qué han venido los Reyes! ¡Vamos a abrir los regalos!

Ya hace algún tiempo que esta escena no sucede en mi casa. Ahora todos sabemos que los Reyes son los padres. Seguimos repitiendo tradiciones. Los regalos los colocamos los padres y cerramos la puerta del salón al acabar. Al día siguiente solo se abre cuando estamos todos juntos y abrir los regalos sigue siendo una fiesta, hay ilusión y sorpresas pero le falta el ingrediente que la hace especial:

LA MAGIA 


Este 6 de enero nuestras cartas para los Reyes han sufrido serios recortes. Siguiendo el ejemplo de nuestro amado gobierno hemos aplicado una política de contención del gasto para superar el déficit presupuestario familiar.
No renunciamos a darnos un pequeño capricho especial pero hemos cambiado un poco el guión.
Estas medidas drásticas solo son posibles sin niños. Para ellos sería incomprensible que a los Reyes pudiera afectarle la crisis,

¡¡si son magos!!


Todos los niños deberían tener su día de Reyes, su día especial de ilusión y de magia.

Y vuestros Reyes ¿son Magos aún o solo padres?

viernes, 4 de enero de 2013

Matilda, de Roald Dahl


   Me apunté al reto de Trotalibros sobre Roald Dahl porque me pareció sencillo de cumplir y una estupenda oportunidad para conocer de primera mano a este autor en unas fechas tan oportunas para volver a ser niña por unos días.

   No dudé mucho tampoco a la hora de decidir el libro con el que iba a estrenarme. Había visto la película que se basó en este libro y Matilda ya me cayó bien entonces así que pensé que sería agradable conocerla más a fondo.

   No me equivoqué. Ha sido todo un placer tomar a Matilda de la mano a lo largo de las algo mas de 200 paginas del libro y acompañarla en su aventura.

   La aventura de tener unos padres que no le hacen el menor caso, que no saben apreciar sus especiales aptitudes, su inteligencia y su ingenio. Matilda utilizará esa extraordinaria capacidad de su cerebro para aprender sola a leer, para encontrar en los libros a sus mejores amigos y aliados y para tramar ingeniosas travesuras con las que hacer pagar a su familia y sobre todo a su padre los malos tratos recibidos.

   Mas tarde al empezar el colegio tendrá que vérselas con la enorme y malvada señorita Trunchbull que tiene atemorizados a niños y profesores. Delirantes escenas de niños lanzados por los aires, de lagartijas dentro de una jarra de agua y de vasos que se vuelcan mirándolos fijamente nos harán pasar unos ratos muy divertidos.

   Matilda encontrará también a la adorable señorita Honey, su profesora. Por fin alguien con quien puede hablar, que escucha sus opiniones y que la entiende. A su vez la señorita Honey se encuentra casi sin darse cuenta contándole su vida a Matilda, una terrible historia que hará que la cabecita aguda de Matilda se ponga en marcha. 

   El ingenio de Matilda y unos poderes especiales que a todos nos encantaría tener le ayudarán a darle una lección magistral a la horrible señorita Trunchbull y librar así a sus compañeros, a los profesores y a su querida señorita Honey de un ser despreciable.

   Al terminar nuestro lado adulto entenderá la indefensión de los niños ante los mayores (padres, profesores) que deberían velar por ellos y protegerlos. Nuestro espíritu infantil, por otro lado,  habrá pasado un par de tardes de lo más divertidas leyendo sus aventuras y como si volviéramos a tener ocho años nos apetecerá gritar:

¡¡Tres hurras por Matilda!!

  
 ¡No lo dudéis, aún estáis a tiempo, este libro no debe faltar en ninguna carta a los Reyes Magos!


Para terminar solo me queda agradecer a Trotalibros que haya organizado este reto que me ha animado a mis ...tantos años a conocer a este autor, cuyas historias solo conocía a través de las versiones cinematográficas de algunos de sus libros y que sin ninguna duda ha resultado un auténtico placer.