Dicen que el inicio de un trabajo nuevo
provoca estrés.
También dicen que cierto grado de estrés es
bueno, que pone en funcionamiento nuestro mecanismo de defensa, agudiza nuestros sentidos y nos prepara
para sobrevivir.
El estrés debe ser una respuesta puntual, el problema se presenta cuando la situación de estrés se mantiene en el
tiempo.
1.-Yo acabo de iniciar una labor nueva. Una labor no retribuida. Tampoco obligatoria. Puedo dejarlo mañana y ni mi vida ni la de nadie sufrirá cambio
alguno. Sin embargo voy a empeñarme siempre en hacerlo lo mejor posible,
incluso aunque no saliera de mi estricto ámbito privado. Si, de una u otra forma, va a implicar que alguien pueda juzgar el resultado, el interés por el
trabajo bien hecho es una exigencia (que lo consiga o no ya es otra cosa).
2.-Una actividad nueva implica aprender el manejo
de nuevas herramientas. De momento, tras una semana de uso, me temo que aún no
he conseguido su dominio y tengo que lidiar con su aparente rebeldía y
con la frustración que me produce mi falta de control. En todo caso, ésta es
una preocupación menor. Es una cuestión de práctica y la práctica una cuestión
de tiempo (espero que no mucho).
3.-Cuando esta nueva ocupación no sustituye a
otra, ni viene a ocupar un hueco vacío, se produce un grave problema de espacio.
Debe hacerse sitio en un tiempo escaso y ya saturado de otras ocupaciones
igualmente ociosas que ya estaban allí desde antes. Las de siempre alegan que
la antigüedad es un grado, la nueva intenta imponerse vestida de aventura, de
reto. Y mientras se pulen aristas para intentar que encaje la nueva pieza se producen
desbordamientos. El tiempo dedicado a la nueva actividad acaba robando horas al
sueño, que solo me afecta a mi, y lo que es peor a mis otras obligaciones
domésticas que afectan a terceros que no deberían verse implicados en
este conflicto.
4.-Ser “el nuevo” en algún sitio no suele ser
una posición cómoda, pero es inevitable que se produzca, así que, a no ser que
alguien elija libremente su aislamiento, el nuevo intentará hacer amigos
con los que compartir su experiencia y pasar a ser Andrés el de control, María
la de contabilidad o Jara la de Tomando café. Conseguir esto no siempre resulta
fácil y durante ese tiempo, mientras somos el nuevo, nos sentimos un poco
inseguros sobre el terreno que pisamos.
Esta primera semana ha sido difícil.
El punto numero 1 y el 2 y el 3, según qué
días, han amenazado con llevar a mi nivel de estrés a la parte roja del estresómetro.
Empiezas por supuesto, con la esperanza de
“hacer amigos”, pero no esperaba encontrar respuesta en los primeros días, ni
siquiera en las primeras semanas.
Cuando el lunes 24, tras el estreno, llegó el momento de
ponerme con mi nueva tarea, no me podía creer lo que mis ojos me enseñaban en
la pantalla del ordenador.
Cuatro personas habían aceptado mi invitación
a acompañarme en esta aventura.
A lo largo de la semana algún acompañante más
ha ayudado a reforzar mi confianza.
Y en realidad este era el objetivo de todo
este rollo, reconocer que gracias a este empujoncito en mis primeros pasos inciertos, he conseguido que mi estrés se haya mantenido en un nivel de alerta y tensión soportables y me atrevo a decir que incluso saludables.
Mi corazón os lo agradece sinceramente.