¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Noche vieja, año nuevo


El calendario dice que el año se acaba.

Esta noche pasaremos la frontera que separa el viejo del nuevo año a golpe de campanada, uva a uva, con la vista fija en el reloj de la Puerta del Sol, como cada año, el mismo movimiento repetido casa por casa, persona a persona.
Con la última campanada el alborozo, ¡lo hemos conseguido! Besos, abrazos y el brindis con el que sellar los felices deseos para el año que comienza.


Os deseo todo eso para todos, por supuesto, pero sobre todo me gustaría que el 2013 fuera el año del fin del descenso hacia el pozo de la crisis, que podamos dar la patada que nos impulse de nuevo hacia arriba.
Deseo de todo corazón que realmente el próximo año sea mejor que el 2012 que hoy despedimos y podamos ver cumplido alguno de nuestros sueños.

Aprovecho para contaros al oído uno de los míos. Es uno pequeñito, modesto, pero de los que hacen que los días cualquiera se conviertan en días especiales.

Veréis, mi sueño es que este blog que aún anda a gatas y está aprendiendo a escribirse poco a poco, se haga grande y yo lo vea crecer día a día. Quiero aprender con sus fallos, no dejar que el desaliento, que seguro llegará a veces, nos venza; apreciar cada pequeño logro y disfrutar de todas sus andanzas.
Deseo que se convierta en un espacio cómodo y agradable de visitar y que al finalizar el próximo año tenga que cambiar el saloncito y añadir nuevas butacas y veladores porque se me haya quedado pequeño.

Con mis pequeños y grandes deseos, con la esperanza de que se cumplan, me dispongo hoy a zambullirme de lleno en la fiesta.

San Silvestre Vallecana primero, como manda la tradición en mi barrio y después cena con bromas, uvas y cava, risas y juegos, música y baile.


¡Sin atragantarse, por favor!


¡Qué se cumplan vuestros sueños!


viernes, 28 de diciembre de 2012

Me basta así; Ángel González

   
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                     Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

 

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz navidad

Quizá estáis muy ocupados preparando la cena de esta noche, o tal vez pensando en cual será la mejor hora para llegar a casa de tus padres y ayudar a prepararlo todo. 
Puede que aun estés trabajando y miras el reloj impaciente pensando en lo que aún te queda por preparar.
O miras por la ventanilla del tren que te lleva a casa, a reunirte con los tuyos para la cena.
A lo mejor es un día como otro cualquiera y no tienes ningún plan especial para esta noche.

No importa si sois veinte en torno a la mesa y acabáis cantando villancicos rascando la botella de anís, o solo dos y charláis tranquilamente ante una mesa con vuestros platos favoritos y una copa de buen vino en la mano. O solo tú, que decides cenar como cualquier otro día y pasar una velada tranquila en tu casa.

Con la familia, con los amigos, con un buen libro...

¡Qué suerte tenemos de poder celebrarla!

Os dejo este vídeo que he montado con la canción de John Lennon, Happy Xmas (War Is Over).


¡¡¡ F E L I Z    N A V I D A D !!!

sábado, 22 de diciembre de 2012

Día de la salud

     ¿Tenéis salud? Porque ya sabéis que hoy eso es lo principal. Y si estáis leyendo esto es que a vosotros tampoco os ha tocado la lotería.

     ¿Veis este numero? Pues no le ha tocado ni la pedrea. ¡Y tengo más en las mismas condiciones!


   Hay que ver, todos los años igual. Esto no tiene remedio. Pero claro lo que es incontestable es que si no juegas no ganas, así que por mucho que sufra tirando a la basura  los décimos que previamente he roto con saña, el año que viene volveré a jugar a la lotería, aunque ya no salga el calvo ese tan misterioso, ¡mira que  resultaba hasta atractivo, el jodío! claro que con la música del anuncio tenía mucho ganado. Por si queréis recordarlo os dejo el anuncio de la campaña de 1998




    ¿Cual es el secreto del sorteo de navidad? ¿Por qué este ansia de intercambiar los números de todos con todos? ¿Es generosidad o pura envidia?

    Que presión ¡oye!, cada comercio, cada bar, cada cafetería o restaurante, ofreciéndote en lugar bien visible y en algunos casos en tamaño provocador su lotería, ¡tentándote! Tú no quieres mirar, pero el número te mira y si tiene un cero estás listo porque te guiña un ojo seguro y ya estás perdido. Ese no se te olvida y si te resistes soñarás que justo ese va a ser el número premiado y a la siguiente visita al local lo primero que harás nada más entrar, antes incluso de dar los buenos días, será pedir un décimo o una participación del dichoso numerito no vaya a ser que te quedes sin él y entonces toca seguro.

     ¿No os parece que el sonsonete de las agudas voces de los niños de San Ildefonso cantando los números y los premios es la canción de cabecera con la que da inicio cada año la gran película de la navidad? Provoca una emoción en nosotros imposible de soslayar. Yo me traslado automáticamente a otro tiempo ya un poco lejano, con olor a vacaciones recién estrenadas, en las que aceptábamos con gran satisfacción el importante deber de apuntar conforme iban saliendo los números premiados y cotejarlos con la lista que habíamos confeccionado primorosamente el día de antes con todos los números que se jugaban en casa. Con la misma ingenuidad que años después descubrí en mi hijo pensabas que con tantísimos números como desgranaban hora tras hora aquellos chicos (entonces no cantaban las niñas) era imposible que no saliera alguno de los que nosotros llevábamos.
    Premio tras premio ibas perdiendo interés en el sorteo, abandonando cada vez más a menudo tu puesto de controlador y así había que echar a correr desde cualquier punto de la casa cuando tu madre daba la voz de alarma: Corre, que ha salido otro premio, apunta. Calla que no me entero. Espera que ahora lo repiten. Chiss. ¡Buah! este tampoco lo tenemos, es que ni la terminación. No importa, a lo mejor nos toca algo en la pedrea.

    ¡La pedrea!
    Lo que te queda cuando tras cantar todos los premios importantes  descubres,  un año más, que no te ha tocado la lotería de navidad. La última esperanza a la que nos agarramos con nuestros décimos y papeletas en la mano suspirando porque haya alguno que puedas salvar de la basura. Implorando a los hados, al destino, al azar esquivo que haya tenido a bien hacer coincidir uno de los 5286 premios de consolación (como decía mi padre: de los de un duro a la peseta) con alguno de los que tu juegas. A ser posible y si no es mucho pedir aquel en el que más dinero hayas jugado porque de otra forma no hay quien recupere lo invertido.
    Al final miras incrédulo tus décimos preguntándote como es posible que entre tanto numero no le hayas dado a ninguno. Los números no mienten, veamos:

  •    Entran en el bombo                                       100.000   números
  •    Salen premiados entre grandes y chicos                 5.305
  •   ¿Por qué tienen que estar los míos entre los            94.695  no premiados?

    Un año más así ha sido. Todo sea por la tradición y porque es imposible esquivarla, el año que viene ¡¡volveré a intentarlo!!!

  Me surge la duda, ¿conocéis a alguien que no juegue a la lotería en este sorteo extraordinario de navidad? 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Palabras rebeldes, imágenes sumisas


Quería escribir un comentario sobre un libro pero las palabras se niegan a ordenarse en la pantalla del ordenador.    
Las ideas rondan mi cabeza pero mis dedos no son capaces de darles forma en el teclado. 
Me paro, intento concentrarme, me acuerdo de las musas de las que el otro día nos hablaba Mayte en El espejo de la entrada (si pincháis sobre el espejo os llevará hasta ellas)  Yo no les pido gran cosa, no tienen que soplarme una historia solo necesito un poco de ayuda para ordenar con coherencia y un poco de gracia  unas palabras que sepan transmitir mi opinión sobre el último libro leído. 

 Me levanto y me pongo a planchar, a lo mejor las tareas domésticas me aclaran las ideas. Creo que ya lo tengo, dejo la plancha en posición vertical y me siento delante del ordenador. Vuelvo a intentarlo. 
No hay manera. Lo que en la cabeza parecía fluir bien, pierde todo su sentido y armonía en cuanto intento ponerlo por escrito.
   
Me rindo. Otro día será. He decidido que si las palabras se niegan a acudir a mi llamada convocaré a la imágenes que son mucho más dóciles y fáciles de manejar.
  
Como esta va a ser la última entrada del otoño voy a dejaros unas cuantas fotos de una brillante mañana de primeros de diciembre para despedirme de él. 



Un sol de cristal, el aire transparente, dibujan sus rayos encajes en el suelo.




Siguiendo su rastro llegamos a un espacio mágico donde se combinan reflejos para crear espejismos y arrancar destellos en los metales.











,


La luz esplendida juega con las sombras, baila con las columnas, toca las cuerdas de un instrumento nuevo y las notas quedan suspendidas en el aire... 
¿podéis verlas?








No es fácil escapar al embrujo. El tiempo ha pasado volando y el tren está a punto de partir...


El otoño nos dice adiós con sus últimas hojas vestidas de gala para la despedida. 
Los árboles tienen hoy las ramas desnudas y tiritan en la mañana cargada de escarcha que anuncia la llegada del invierno. 


Os he dicho cuando se hicieron las fotos pero no el donde ¿podéis decírmelo vosotros? 
Yo creo que no es muy difícil, aunque siempre habrá quien juegue en casa. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Paréntesis para la ternura


     Laura abre los ojos, algo la ha despertado. Un ruido fuerte, no sabe donde. Tanteando se topa con el chupete y se lo mete en la boca. Inmediatamente cierra los ojos pero tras unos instantes de succionar  ansiosamente el sueño no vuelve. Abre los ojos y se sienta en la cuna. Mira a su alrededor, está oscuro y no oye nada, ni las voces de papá y mamá ni el susurro de la televisión. Se quita el chupete de la boca y lanza un gemido. Hay una sombra oscura y enorme justo enfrente que parece a punto de atraparla. Está empezando a asustarse ¿dónde está papá con el cuento? ¿o mamá?

     Agarrándose a los barrotes de la cuna se pone en  pie y los gemidos se convierten en llanto. Mira con desesperación hacia la entrada de la habitación mientras las lágrimas corren por sus mejillas, nadie parece escucharla y en un momento el llanto es un puro grito que amenaza con despertar a todo el vecindario.
En un pequeño respiro Laura advierte que un resplandor ilumina la habitación, el monstruo amenazante parece coger impulso y ella grita más fuerte para ahuyentarle. Por fin entre las lágrimas alcanza a ver que una figura familiar se recorta en la entrada ¡¡¡pero donde te habías metido!!! le grita mentalmente con todas sus fuerzas mientras arrecia su llanto.

     Mamá se acerca y le dice algo pero ella llora tan fuerte que no la escucha. La estrella que hay por encima de la cuna se enciende y una suave luz amarilla le da forma a sus juguetes, a los cuadros, a las cortinas, a los muebles.
Mamá se inclina y la coge en brazos. ¿Qué pasa, mi niña, te has hecho daño? ¿Te duele algo?
     Ella no puede parar de llorar, está muy asustada todavía. Tras un pequeño examen para comprobar que la frente no está caliente y que el color rojo intenso de su cara se debe a la  congestión del llanto mamá la abraza, la acuna y le susurra suaves palabras mientras le acaricia la espalda, “ya mi niña, ya pasó todo, chisss, yaaaaa, yaaaaaa”


     Poco a poco el llanto de Laura pierde fuerza. Con el chupete que su madre ha rescatado de la cuna  se calma lo suficiente como para mirar a su alrededor. Yogui sentado en su repisa, donde antes se había colocado el monstruo negro para asustarla, le sonríe. En el suelo la locomotora con sus grandes ruedas rojas está volcada en un rincón. En la mesita al lado de la cuna está ese cuento grande que estuvo viendo con papá antes de… antes.
     Con un suspiro y algún que otro hipido Laura apoya la cabeza en el hombro de su madre y cierra los ojos. ¡Huuummm, que bien huele! Huele a mamá. Siente la mano que sube y baja despacio por su espalda. Escucha el arrullo suave que su madre le canta despacito. El movimiento acompasado a uno y otro lado que acompaña al sonido. Su cuerpo se relaja, se apoya blandamente en el brazo firme que la sostiene por debajo del pañal. Una mano cae sin fuerza a un lado de su cuerpo, la otra rodea el cuello de su madre y se agarra a un mechón de su pelo.

¡Mmmmm, nananaaaaa, nanaaaaná, duermete chiquitiiiiita!

     Todo está tranquilo, los monstruos se han marchado, que rico el chupete, chup, chup, los párpados le pesan mucho, chup, la canción se ha convertido en un susurro apenas que viene y va, chup, chup, mamá me de un besito muy suave… y otro, chup…chup, ¡Ay, estoy  taaan cansada! Chup… chup… … chup… … … chup… … … … chup… … … … ...


viernes, 14 de diciembre de 2012

La sombra de las horas

No se cuantos pasareis hoy por aquí a tomaros un café y compartir un rato de charla. Con cada entrada espero con ilusión vuestra visita y aunque me encanta que seáis muchos para tener variedad de opiniones y enriquecer la tertulia, tampoco me importa si un día acude menos gente porque siempre habrá merecido la pena poner la cafetera al fuego.
Hoy sin embargo tengo un interés muy particular para desear que esta sea una tertulia muy concurrida. Hoy quiero hablaros de un amigo mío.

Mi amigo es escritor.    
Hace casi un año su libro de relatos vio la luz. Lo ha hecho a través de un medio del que yo apenas sabía nada, como es el de la autopublicación y desde entonces centra sus afanes en darlo a conocer, en difundir por todas las vías a su alcance su obra. 


Se ha embarcado en una emocionante e incierta aventura que hasta el momento ha sabido pilotar con acierto. Cuenta con el apoyo tenaz de su familia que le ayuda y le alienta en cada una de las ocasiones en las que ha presentado en sociedad a su criatura y sus amigos nos hemos unido a ella encantados de participar y compartir, al menos, algunos de sus episodios.

Para ayudarse en el empeño creó un blog y desde él ha sabido hacerse un hueco importante en este universo tan especial en el que yo acabo de aterrizar como quien dice. 
Sé que la gran mayoría de los que vais a leer esto ya conocéis El tiempo de Román, que algunos  habéis leído y reseñado su libro e incluso conocéis a Luis Miguel. Sé que es flaco el  favor que, por lo tanto, puedo hacerle a mi amigo con este comentario pero aun así no quiero esperar más tiempo para traer a mi tertulia el libro de relatos de Luis Miguel Morales Peinado


Con un café y roscón de reyes sobre la mesa mi amigo Luis Miguel me regaló, nos regaló a los amigos que nos habíamos reunido para celebrar el “alumbramiento”,  su primer libro.
Llegó envuelto en ilusión, cargado de esperanza, con una entrañable dedicatoria en la primera página y el ruego de que tras leerlo le hiciéramos algún comentario en su blog, que por entonces aún no era muy conocido.
No tardé mucho en leerlo, pero me costó escribir el comentario. Me encantaba; me encanta hablar sobre libros, comentar e intercambiar impresiones con otros lectores es siempre un placer para mí, pero jamás me había parado a escribir sobre ello.  Ante el documento en blanco del ordenador me quedaba parada con los dedos sobre el teclado sin saber muy bien por donde empezar a ordenar mis ideas.

Cuando empecé este blog hace poco mas de dos meses, dedique una entrada a explicar que mi intención no era crear un blog de reseñas literarias porque era consciente de que no saldría muy bien parado y que me limitaría  a dejar mi opinión personal sobre los libros que fuera leyendo.
Por lo mismo, sabiendo que Luis Miguel ya cuenta con algunas estupendas reseñas sobre su libro, yo vengo hoy a compartir con todos aquellos que quieran pasar a tomarse un café conmigo la opinión que en su día escribí para su blog. Es esta:

8 de marzo de 2012

“Si, lo sé, hace semanas que acabé con tu libro y debería haber pasado antes por aquí, pero esto de juntar unas palabras y que sirvan para transmitir cabalmente lo que te pasa por la cabeza es realmente difícil.

Pero como lo prometido es deuda, vuelvo por estas páginas virtuales para comentarte que La sombra de las horas ha sido un digno acompañante de mis noches.

Tú ya sabes que los relatos nunca han sido mi lectura favorita, pero puede que acabe cogiéndole el gusto y reconozco que tiene sus ventajas, cada noche puedes leer uno distinto y dejar que repose unos días mientras intercalas otras lecturas. Así vas y vuelves con calma a ellos.

He encontrado en tus relatos mucha imaginación, enfoques originales y sorprendentes. Algunos nos producen inquietud, otros nos hacen soñar. Nos hablan de amor, de muchas formas de amar, de la contradicción que suma amor y golpes, amor de una noche, amor obsesivo, amor a la vida, a la libertad, amor imposible y el amor del día a día, el de andar por casa, ese del que casi no nos damos cuenta hasta que nos falta. Con algunos nos identificamos, otros nos producen escalofríos. Siempre en el límite de la realidad, en el límite de la fantasía.

Algunos relatos tienen en su final el punto fuerte. Unas veces te encuentras un final sorprendente que le da un giro inesperado a la historia, arrojando una luz completamente nueva sobre todo el relato. En otras el final más que cerrar la historia parece abrir un interrogante sobre ella, dejándote en suspenso, cavilando.

El caso es que me parece que son una de tus mejores bazas, junto a los microrrelatos, por supuesto, que se merecen una mención especial.

Me han encantado todos. Tienen la capacidad de transmitirnos mucho con muy pocas palabras. Algunos son muy poéticos y evocadores, otros son más sencillos pero todos tienen un gran valor en sí mismos. Me parecen el complemento perfecto del relato al que acompañan.

Para acabar te diré que a mi me parece que apuntas buenas maneras en este difícil oficio de escribir en el que acabas de iniciarte y como en todos los oficios la única forma de alcanzar a ser maestro, o cuando menos oficial, (para que vamos a engañarnos, la maestría está al alcance de muy pocos) es el trabajo y el tesón, así que venga  ¡¡adelante!!  ¡¡a escribir!!

Estaremos en el camino para darte ánimos cuando haga falta."

Voy a terminar con lo que debería haber sido el principio. Explicando que La sombra de las horas se compone de 12 relatos, acompañado cada uno por un microrrelato que, a modo de aperitivo, nos prepara para el relato que le sigue. 
Yo tengo mis favoritos, os invito a que vosotros, si aún no lo habéis hecho, descubráis los vuestros.


Solo me queda añadir una cosita:

Gracias Luismi, porque
sin La sombra de la horas, 
este espacio nunca hubiera existido.
¡Un beso y un abrazo enormes!


lunes, 10 de diciembre de 2012

¡Que viene la Navidad!


Se acabó el último puente de año y sobre él solo dos pequeñas curiosidades:

1.- Que prácticamente no he sufrido ningún atasco. No sé si porque estaban mejor planeados o porque la crisis ha dejado a mucha gente en su casa.
2.- Que sí he sufrido ligeros síntomas de ansiedad por no poder disponer de mi ordenador para mantenerme al día con mi tertulia y con vuestros espacios.

Lo primero me ha venido muy bien y lo segundo, además de inquietarme un poquito, me recuerda cuando recién empezada mi andadura Margari me advertía de que esto crea adicción. ¡Qué razón tenías, Margari!
Convivir es compartir, sí, pero hasta cierto punto. Ha habido sus momentos de dura negociación para poder disponer de un portátil ajeno y todos hemos llegado a la conclusión de que sólo hay una solución: ¡pedirle a los Reyes Magos uno para mí solita!

Y esto me lleva al tema de la entrada:  

¡Ya llega la Navidad!


¿Cómo os enfrentáis a estas fechas? ¿con ilusión, con alegría, con agobio? ¿ya habéis vestido la casa para la ocasión, habéis anticipado la compra del marisco y el cordero?

En mi casa está a medio instalar, ha entrado la lotería y algunos dulces típicos, pero aún no ha habido tiempo para los adornos navideños. 
El próximo sábado la casa se vestirá de gala. El árbol de navidad saldrá de su caja desperezándose y las cintas y bolas saltarán entusiasmadas por colgarse de su ramas y poder mirar a través de los cristales como luce este invierno. Tiras de luces se enroscarán a su alrededor para darles calor por la noche y la orgullosa estrella dorada trepará orgullosa hasta su punta para desde allí arriba reinar sobre todo el salón.  



A partir de ahí ya estaremos listos para enfrentar todo lo que se nos viene encima.
Este año me temo que la crisis le pasará factura, aunque afortunadamente será en el aspecto que menos me gusta de la Navidad: esa carrera de obstáculos a la que sometemos a nuestra tarjeta de crédito que empieza con la compra de la lotería y acaba el cinco de enero. Fecha a la que la pobre llega en estado agónico del que luego nos cuesta recuperarla.  

Lo que peor he llevado siempre de estas fechas es el cariz consumista, el bombardeo publicitario, los centros comerciales abarrotados, las compras compulsivas, esa forma de asociar Navidad y gasto. Cuanto más gasto, mejor Navidad  tengo.

¡Si lo bueno de la Navidad es que son el mejor momento del año para compartir tiempo con los demás!
Intercambiar lotería con amigos.
Una cerveza con los vecinos para desearse felices fiestas.
Un montón de tiempo con los niños para llevarles al circo, al cine, a ver la iluminación navideña y sí, también al Cortilandia. Si no has luchado a brazo partido por hacerte un hueco en los alrededores del Corte Inglés y te has llevado metida en la cabeza la machacona musiquita no has disfrutado unas navidades como Dios manda. Y lo que disfrutan cuando se quedan con los abuelos mientras tu vas a comprar (los juguetes) y sobre todo quedándose a dormir con ellos esa noche loca en la que sales con los amigos para poder tener ese pedacito de Navidad adulta.

¿Y qué decir de las comidas en familia? cuando llega el abrazo de aquellos que viven lejos y  vienen a casa por Navidad, sí, como el turrón El Almendro. Y las bromas y las risas y las anécdotas y la  complicidad de los que han acompañado tu vida desde… siempre o casi siempre.
¡Ah, esas reuniones familiares inigualables!, con el cuñado al que no soportas, la suegra que siempre encuentra la comida sosa o fría o demasiado hecha y que te lo dice sin ningún miramiento, esos niños con las manos manchadas de chocolate adornándote, aún mas, la casa...  entrañables, de verdad.
Pero, en serio, lo de menos es el marisco o el cordero, que yo puedo perdonar sin problemas. El cava ya es otra cosa. ¿Una Navidad sin burbujas? ¡Freixenet no lo permita!

En el fondo lo único que de verdad importa son las personas que se reunen alrededor de la mesa, por eso mismo lo peor de estas comidas navideñas es ver la silla que han dejado vacía los que ya no pueden sentarse a la mesa con nosotros, ese hueco imposible de llenar en la foto de familia.

Para estar con la gente que quieres no hacen falta grandes ni costosos regalos. Todos sabemos que los reyes son los padres.
Los niños son otra cosa. Para los niños la Navidad es mágica. No hay nada más bonito que compartir con ellos esa magia. Aunque tengamos que sufrir el Cortilandia o las tres horas de espera para ver la Cabalgata de los Reyes Magos. Su expectación y sus nervios la noche previa, su impaciencia cuando apenas se ha hecho de día por abrir los regalos y sus sonrisas de felicidad al abrirlos no tienen precio.

Quizá porque ya no hay niños en casa con los que vivir esa magia, la Navidad desde esta distancia me da un poco de pereza. Después cuando oigo a los niños de San Ildefonso cantar los números de la lotería no puedo evitar una pequeña punzada de ilusión: ¡anda que si me toca! Y a partir de ahí entro a saco en todo lo demás, aunque la comida de Navidad me deje exhausta  y el día de Nochevieja ronca y el roscón de reyes el 6 de enero no encuentre un hueco en el que meterse.

Atraparé al vuelo las chispas de la navidad que se crucen en mi camino para no olvidar a la niña que fui. Dejaré de lado en algún que otro momento señalado a la adulta descreída que soy. Me dispongo a enfrentarlas convencida de que es posible disfrutar de estos días sin someter a tortura a la renqueante cartera y no dejaré de escribir mi carta a los muy Magos Reyes que seguro encuentran la manera de pintar una sonrisa en nuestros rostros la mañana del 6 de enero. (Ya les haré saber que si el portátil no puede llegar en esas fechas no me importará esperar a las rebajas de enero, o a las de febrero, o… lo que haga falta, que se la va a hacer... al menos un libro nunca falta).  

Preparados... listos... ¡a disfrutarlas!

viernes, 7 de diciembre de 2012

Completamente viernes de Luis García Montero




Por detergentes y lavavajillas,
por libros ordenados y escobas en el suelo,
por los cristales limpios, por la mesa
sin papeles, libretas ni bolígrafos,
por los sillones sin periódicos,
quien se acerque a mi casa
puede encontrar un día
completamente viernes.

Como yo me lo encuentro
cuando salgo a la calle
y está la catedral
tomada por el mundo de los vivos
y en el supermercado
junio se hace botella de ginebra,
embutidos y postre,
abanico de luz en el quiosco
de la floristería,
ciudad que se desnuda completamente viernes.

Así mi cuerpo
que se hace memoria de tu cuerpo
y te presiente
en la inquietud de todo lo que toca,
en el mando a distancia de la música,
en el papel de la revista,
en el hielo deshecho
igual que se deshace una mañana
completamente viernes.

Cuando se abre la puerta de la calle,
la nevera adivina lo que supo mi cuerpo
y sugiere otros títulos para este poema:
completamente tú,
mañana de regreso, el buen amor,
la buena compañía.



"Para mi amor de todos los días,
que soporta mi mal humor la mañana del lunes,
la compra del martes,
la limpieza del miércoles,
el tira y afloja por el uso de la tele del salón el jueves
y mis pies helados la noche del viernes"